miércoles, 3 de diciembre de 2014

Navidad y juguetes: El valor de las cosas.

Como Christmas Lover que me considero, esta vez toca analizar las tan ansiadas fiestas navideñas desde mi visión crítica de psicólogo. Y sí, aunque no lo parezca, hay muchos puntos navideños donde podríamos analizar profundamente el comportamiento humano: Las compras compulsivas y desenfrenadas, los trastornos de la conducta alimentaria transitorios (véase “comer en 2 semanas la cantidad de 2 meses”), la complejidad de esas relaciones familiares tensas, etc. Sin embargo, en esta ocasión me quedo con un elemento típicamente asociado a la Navidad y a los niños: Los juguetes. Los regalos de Papá Noel y Reyes. Podréis pensar, ¿por qué? ¿Hay algo de malo en ellos? ¿Puede provocarle a mi hijo un trauma descubrir que en realidad Baltasar era su primo del pueblo disfrazado? No van por ahí los tiros. Lo que quiero analizar es la importancia que tienen para el desarrollo de un niño los juguetes que le regalamos, las emociones que estos (y la Navidad en general) le transmiten, y cómo manejar de forma racional y efectiva todo lo que rodea a los regalos navideños.

-Esa ilusión infantil

"Traviesa, buena... ¡Deja de juzgarme!"

La Navidad puede ser una época perfecta para gestionar de forma correcta una serie de emociones y valores asociados a esos días, trabajando así un poco en la Inteligencia Emocional de nuestros hijos/familiares: El respeto, la convivencia, la ilusión por las cosas, la formación de expectativas, el desarrollo de un buen comportamiento, etc. En relación a este último elemento, en Navidad suele incumplirse una norma básica presente durante el resto del año: “Si te portas mal, no tendrás premio”. Aunque el niño se haya portado mal, tendrá su regalo, su recompensa. No seré yo quien diga que un niño “travieso” no tenga que recibir regalos por Navidad (quizá sería algo un poco cruel en nuestra sociedad), pero los padres deben de tener claro que la falta de una respuesta coherente ante un mal comportamiento puede tener consecuencias, como un peor seguimiento de las normas de casa en un futuro. Por tanto, aunque parezca algo difícil de llevar a cabo, cuando hay problemas de comportamiento debería haber (si no una restricción de regalos navideños) sí un control racional, de manera que el niño perciba la señal de que algo debe de cambiar. Por otro lado, estas fechas son perfectas para inculcar a los niños el valor de la solidaridad, mediante acciones directas y observables por ellos mismos en las que además puedan participar (asistencia a mercadillos benéficos, donaciones, colaboraciones con asociaciones, etc.). Si la solidaridad se va forjando en su personalidad desde pequeños, será un valor que seguirá muy arraigado en etapas adultas.

-Cantidad, calidad y valor sentimental.

"Tetris" de regalos navideños.

Llega la Navidad y las puertas de los colegios se llenan de catálogos de juguetes, los escaparates son absolutamente irresistibles para un niño, y la tan ansiada carta a los Reyes se tiene que empezar a escribir. Y entonces, parece que muchos niños “piden por pedir”, es decir, catálogo en mano se ponen a pedir a diestro y siniestro, casi sin tener en cuenta si de verdad les gusta lo que anotan y piensan jugar con eso o es que sólo les llama la atención el anuncio de la tele. ¿Y qué suele ocurrir después? Pues que los padres regalan todo lo que el niño ha pedido, con la buena intención de no defraudarle. Sin embargo, creo que es más correcto inculcarle desde un principio que pida menos cosas, pero que éstas sean realmente relevantes, significativas e importantes para él o ella. Una vez seleccionados los ítems verdaderamente deseados, los padres sí que deberían intentar conseguir ese juguete (algo no tan fácil en estas fechas, dado que los juguetes “estrella” suelen agotarse en días). Si lo deseado es un objeto realmente caro o difícil de conseguir, lo correcto sería no cubrir al niño con muchísimos más juguetes (por aquello de que “es que se porta muy bien…”), ya que si no finalmente el tan ansiado objeto puede perder todo ese valor que tenía. Si unimos esto a lo analizado en el apartado anterior (además de lo más deseado, regalar muchas cosas, y habiéndose portado mal al mismo tiempo) tendremos como resultado que ni valorará sus juguetes, ni mejorará su comportamiento. De esta forma, con los años el trastero de casa se nos llenará de muchos juguetes (en algunos casos puede que sin estrenar siquiera) y además en la próxima Navidad el niño volverá a pedir montones de cosas, pues le habremos dado el mensaje de que importa más la cantidad que la calidad. Éste es uno de los motivos por el que estas fiestas se han vuelto tan increíblemente materialistas.

-Regalos navideños, ¿un arma de doble filo?

Cambiando los cuadernos por tablets.

Los niños son niños. Sí, parece una afirmación muy obvia, pero en Navidad a veces se olvida. Nos empeñamos en regalar a los niños trastos de adultos, cosas que no pertenecen al importantísimo ciclo vital que están viviendo. Lo más correcto es siempre regalar juguetes infantiles que estén más o menos adaptados al nivel cognitivo del niño (los padres y madres no tienen que estudiarlo mucho, ya que en caso de juguetes de edades tempranas ahora suele haber mucha información en las propias cajas). En caso de los más pequeños será beneficioso para su desarrollo regalar juguetes que potencien la coordinación psicomotora o traten algunos valores educativos (matemáticas, lenguaje, inglés, etc.), mientras que en otras etapas más avanzadas también es bueno regalar juguetes que sean deseados simplemente porque permiten divertirse y desconectar del "cole" (aunque los padres deberían controlar siempre un uso racional del mismo). Personalmente, no me gusta nada la moda actual de regalar tecnología punta a niños muy pequeños. Los juguetes son para los niños. Las tablets, para los adultos. Regalemos juguetes; si quieren tecnología, que sea una videoconsola (tema del que ya se ha hablado en el Blog), pero no un móvil último modelo. Si les regalamos este tipo de cosas, podemos volver a caer en lo mismo: La pérdida absoluta de su valoración (otro trasto más), además de que están malgastando aparatos caros que en realidad tienen otras finalidades. Y peor todavía, estaremos creando potenciales adictos a las nuevas tecnologías desde que son muy pequeños.

Vale, lo reconozco. Son unas fiestas materialistas al 100%. Sí, Papá Noel era originalmente verde hasta que llegó Coca-Cola. Las empresas se frotan las manos este mes. Pero, ¿no tienen también una parte positiva? Da igual que tipo de persona seas, que tipo de familia tengas, que seas o no creyente (estas fiestas han alcanzado ya un nivel, llamémoslo “supra-religioso”), algunos de los valores que transmite la Navidad me parecen muy importantes. Y los papás y mamás deben de intentar manejar estas fechas de la forma más efectiva posible. Al fin y al cabo… Cualquier cosa puede tener el valor que nosotros le demos.

"¡UN PALOOOOOO!"

Finalizo con un vídeo de un anuncio reciente en el que (si bien se anuncia en realidad un producto nada recomendable para un niño pequeño, y se muestra también esa parte más materialista de la Navidad) se plasma muy bien la ilusión que un niño/niña puede tener estos días por algo que a simple vista parece tan sencillo como un juguete. FELIZ NAVIDAD.


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 4 de noviembre de 2014

Motivación laboral: ¿una utopía?


Desde el mundo de la Psicología del Trabajo, las Organizaciones y los Recursos Humanos, una perspectiva interesante es cómo conseguir que en nuestra empresa la mayoría de trabajadores sean empleados felices, entregados y, en definitiva, motivados con su trabajo. Resulta obvio que una buena motivación influirá positivamente en un buen desempeño laboral y generará más beneficios a una empresa pero, ¿es realmente posible conseguir una “motivación laboral”? ¿Es la etiqueta “trabajo” tan fuerte que cuando la aplicamos a una tarea ésta se convierte automáticamente en una carga? ¿Cuáles son los factores que nos hacen estar motivados con el trabajo? Intentemos analizar estas cuestiones de forma breve.

-La motivación laboral como necesidad.

Sin introducirnos demasiado en las diferentes teorías clásicamente analizadas, es de sobra conocida la famosa pirámide de Maslow, según la cual los seres humanos tenemos una jerarquía de necesidades que van desde lo más primario o básico (necesidades fisiológicas) hasta las necesidades de autorrealización, pasando entre ambas por las necesidades de seguridad, las necesidades sociales o de pertenencia y las de autoestima. Según esta teoría la autorrealización (que se relaciona precisamente con un desarrollo personal y profesional satisfactorio), se sitúa en la cúspide de esta pirámide como necesidad de nivel superior, lo que demuestra que estar motivado y feliz en el trabajo no debe ser un asunto secundario. Es más, debería ser una prioridad para los directivos conseguir esa motivación en sus trabajadores, ya que su autorrealización va a influir finalmente en el nivel productivo de los mismos.

-La teoría y la práctica. Distintos tipos de trabajadores.

Operativamente analizada desde la Psicología, la motivación laboral se define como “el nivel de esfuerzo que las personas están dispuestas a realizar en su trabajo”. Sin embargo, cabe destacar que no todas las personas, no todos los trabajadores, son iguales. Sus factores de personalidad también van a jugar un papel muy importante en estar más o menos motivados en el trabajo, por lo tanto es un aspecto a valorar e incluso a evaluar en los mismos, antes de por ejemplo implantar alguna medida organizacional para mejorar esta variable. Mientras que unos serán más abiertos a los demás, aceptarán mejor las críticas y mostrarán actitudes más favorables hacia las funciones y tareas a realizar, otros regirán su forma de trabajar en base a evitar los conflictos o quejas de sus superiores, o se sentirán motivados si se les permite expresar su creatividad y nuevas ideas, o estarán más motivados si su autonomía y capacidad de toma de decisiones es mayor (o menor), etc. La gran complejidad y jerarquía existente en las organizaciones actuales hace que sea muy difícil que el 100% de los trabajadores estén motivados y satisfechos, pero sí que se pueden intentar cuidar algunos aspectos para intentar que eso suceda.

-Factores y consejos para aumentar la motivación laboral.


A pesar de esas diferencias, a grandes rasgos se pueden establecer 2 tipos de factores motivadores en el trabajo, que se relacionan directamente con los 2 tipos de motivación de los que ya hemos hablado en alguna que otra ocasión en este Blog. Por un lado, los factores extrínsecos, relacionados con el entorno laboral: La recompensación económica, el nivel de estabilidad que se tiene en el trabajo, si hay oportunidades de promocionar y ascender en la empresa, si en la misma se pueden establecer relaciones de amistad con otros compañeros, etc. Y por otro lado, los factores intrínsecos o relacionados con cómo es el trabajo en sí: Cómo son las tareas que se tienen que realizar todos los días (su importancia, monotonía, interés, etc.), qué nivel de independencia se posee en la toma de decisiones, si el trabajo tiene que ver con nuestra formación o habilidades, si nos proporcionan información o “feedback” sobre cómo es nuestro desempeño, etc. Por tanto, desde el departamento de Recursos Humanos, una buena acción organizacional destinada a mejorar la motivación en el puesto de trabajo tendría que tener en cuenta tanto las distintas necesidades y factores de personalidad de sus empleados, como en qué aspectos intrínsecos o extrínsecos intervenir en los diferentes puestos, además de otros muchos factores socio-laborales que también son susceptibles de otro análisis más exhaustivo (ajuste de la persona al puesto, identificación con los valores de la compañía, etc.).

Teniendo en cuenta y atendiendo minuciosamente a cada uno de estos aspectos, soy de la opinión de que una motivación laboral y un “engagement” con la empresa son posibles: El trabajo puede llegar a convertirse en tu pasión, en tu motor, en tu motivo para levantarte cada día y luchar por algo que te importa. Y es que, si bien la situación económica actual no nos permite apenas elegir, ya lo dijo Confucio: “Escoge un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”.

Finalizo como siempre con un vídeo. En esta ocasión se trata de una pequeña entrevista a un directivo de Google España, en la cual nos habla de cuáles son las claves de esta gran empresa para haber llegado a ser una de las más deseadas para trabajar y cómo consiguen que sus empleados estén felices y motivados con su trabajo.


David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 10 de octubre de 2014

Ideas irracionales: El camino hacia la infelicidad.



Demasiado he tardado en escribir sobre uno de los temas de la Psicología que más me han llamado la atención durante mi época de estudiante: Las ideas irracionales y la reestructuración cognitiva. Y es que en nuestra forma de pensar se encuentran ciertos esquemas, patrones y creencias generalizadas que, mal gestionadas, pueden llevarnos a un peligroso camino hacia estados depresivos y de ansiedad. Si bien es un tema extenso y muy complejo desde la perspectiva psicológica, voy a intentar hacer una breve explicación para que, de forma sencilla, podamos identificar estas ideas en nosotros mismos y reflexionar sobre ellas.

-Pensamientos, sentimientos y conductas.      
  
Durante toda nuestra vida nos encontramos en una situación de “lenguaje interno” permanente con nosotros mismos. Es obvio que nuestros pensamientos, lo que nos decimos a nosotros mismos, influye en todas nuestras acciones y decisiones, pero también lo hacen en nuestros sentimientos (por ejemplo, si no dejas de pensar cosas negativas, acabas sintiéndote mal). El esquema acción-reacción también se aplica a la dualidad cerebro-corazón: Tus sentimientos dependen, en gran medida, de tus pensamientos. Por eso, la presencia de ideas y creencias extremas e irracionales influyen en gran medida en la aparición de estados depresivos. La aparición de algunas de estas ideas es algo bastante común en la forma de pensar de nuestra sociedad actual (no deben confundirse con delirios y alucinaciones), y son todavía más frecuentes cuando hablamos de estados psicopatológicos.

-Algunos ejemplos de ideas irracionales muy comunes.

“Debo ser absolutamente perfecto en todo lo que hago, y será horrible si no es así”.

No tiene por qué. El errar es totalmente humano. De hecho, equivocarnos es prácticamente inherente a la esencia y naturaleza del ser humano. Todos nos equivocamos, por eso los lápices tienen goma de borrar.

“Tú te has portado mal conmigo, por lo que debes ser terriblemente castigado”.

El rencor en raras ocasiones conlleva consecuencias positivas, mientras que perdonar a los demás (y a nosotros mismos) suele proporcionarnos un estado de más paz y tranquilidad.

“Lo que ha ocurrido en el pasado me ha marcado para siempre”.

Del pasado se aprende; los errores deben ser nuestra motivación para cambiar, no nuestra piedra en el camino del futuro. La resiliencia (capacidad para superar eventos tremendamente negativos) también es inherente al ser humano. Mira siempre hacia adelante.

“Necesito llevarme muy bien con todos los que me rodean y no tener problemas con ellos”.

Eso sería una tarea demasiado exigente y estresante. Convivir en una sociedad es afrontar un problema tras otro, superar muchas adversidades. Esto implica debatir y discutir con otras personas. Aceptando esto, poco a poco iremos evitando a esas personas “tóxicas” que parecen complicarnos la vida y pasaremos más tiempo con quienes nos hacen felices.

“Todo debe salir exactamente tal y como lo he planeado”.

Error. La incertidumbre guía gran parte de nuestro destino. Está bien hacer planes, pero siempre dejando margen a imprevistos. Los planes a corto-medio plazo son más fáciles de seguir; evita hacer cábalas sobre qué será de ti en los próximos años. Cuanto más te centres en el presente, más feliz serás.

-El trabajo en clínica: La Reestructuración Cognitiva.


Desde el enfoque cognitivo-conductual, científicamente contrastado y predominante en la práctica clínica española a día de hoy, se trabajan este tipo de ideas y creencias mediante la Reestructuración Cognitiva, que en definitiva se trata de un conjunto de técnicas (basadas en los estudios iniciales de Beck y Ellis) que pretenden modificar este tipo de cogniciones. Podríamos resumir esta reestructuración como el trabajo en terapia mediante el cual el paciente, guiado por el terapeuta, tiene que ser capaz de identificar estas creencias, cuestionando sus pensamientos desadaptativos hasta conseguir sustituirlos por otros más adecuados, aliviando así sus síntomas depresivos o ansiógenos. Para ello, el terapeuta puede recurrir a un debate o diálogo socrático (realizando preguntas al paciente) sobre la veracidad de esas creencias que le hacen sentir mal; examinar con el paciente qué pruebas hay de que esa creencia se ajuste a la realidad; cuestionarle acerca de la utilidad real que tiene pensar así; qué es lo peor que podría pasar si no se cumpliera alguna de esas premisas, etc. Este complejo proceso, combinado con otras técnicas en terapia, se ha mostrado eficaz para diferentes tipos de trastornos que son muy comunes en la consulta de un clínico (ansiedad, depresión, hipocondría, problemas de estrés, agresividad, etc.).

Por tanto, este tipo de ideas se pueden trabajar e ir modificando con el tiempo, si bien para ello se requiere un gran esfuerzo por parte de los terapeutas y de los pacientes. Como ya he mencionado anteriormente (y mis compañeros psicólogos sabrán), esto no es más que un pequeño esbozo, una aproximación, a todo el trabajo cognitivo que se realiza para evitar (o reducir) determinados síntomas, por lo que me comprometo a volver a escribir en el futuro algo más sobre este apasionante tema. Espero que al menos os haya ayudado a comprender un poco mejor cómo funcionan estas ideas tan extremas para que, si las aplicáis ahora mismo a vuestra vida, aprendáis a relativizarlas y a asumir que todo no puede ser perfecto. Al fin y al cabo, la vida no es perfecta... Sólo tiene que vivirse.

Como siempre, finalizo con un sencillo vídeo con algunos pasos y frases que podéis aprender fácilmente en casa, y que sirven para evitar ideas irracionales y poder así ser más felices. 


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 16 de septiembre de 2014

Deporte y autoconfianza: Un motor para la autoestima.



Cuanto más deporte hago, más me gusta y más me asombra la capacidad que tiene para, además de mantenerte en forma y preservar tu salud, hacerte sentir bien. Y es que más allá de los efectos fisiológicos directos de las endorfinas (de los que ya hemos hablado en este Blog), la actividad física puede ser una forma perfecta de ganar confianza y preservar la autoestima, de ahí que incluso ayude a aliviar estados ansiógenos o depresivos.

-Superación deportiva y logro de objetivos.

Es bien sabido que una forma de sentirnos bien con nosotros mismos es conseguir objetivos que nos planteemos, sean de carácter laboral, académico, personal o deportivo. La consecución de estos últimos es especialmente gratificante, ya que generalmente requieren un nivel de esfuerzo físico y mental superior a lo logrado hasta el momento. Además, para lograrlos se necesita un entrenamiento constante, periódico y (por lo general) bastante prolongado en el tiempo, lo que hace que la consecución de dicho objetivo esté más constantemente presente en nuestra mente. Como ejemplo, una persona que desee acabar un Maratón por primera vez necesita meses de preparación, planes de entrenamiento, muchos preparativos, duras sesiones de ejercicio, etc., por lo que al terminar dicha carrera, la satisfacción es muy grande.

Esta satisfacción al lograr nuestro objetivo deportivo deseado puede provocar una sensación personal de fortaleza y bienestar que aumenta la visión positiva que tenemos de nosotros mismos, de ahí que nuestro autoconcepto y nuestra autoestima salgan reforzados de la actividad física, sea ésta realizada individualmente o en grupo.

-Deporte y motivación personal.


Para que una experiencia deportiva nos resulte gratificante, deben seguirse algunas de las pautas básicas de la motivación humana para no caer en el aburrimiento, la rutina o los esfuerzos inadecuados. Para empezar, debemos establecernos expectativas que sean realistas, alcanzables con un entrenamiento a corto-medio plazo. Y es que en el deporte no se puede pasar de 0 a 100; por ejemplo, tras estar meses sin realizar ejercicio físico, tenemos que empezar progresivamente, de menos a más, y teniendo claras nuestras limitaciones (por ejemplo, con la bicicleta: Empezar dando paseos suaves que, progresivamente vayan aumentando en intensidad). Además, se debe tener en cuenta que los objetivos a corto plazo (es decir, aquellos que se pueden conseguir en unos días o semanas) son más fáciles de conseguir y, por tanto, nos ayudarán a persistir en el ejercicio (si nuestra meta es, por ejemplo, adelgazar 20 kilos de aquí a 3 años mediante el ejercicio, probablemente nos cansemos antes y abandonemos enseguida). Hay que tener en cuenta que estas “reglas” no se aplican sólo a grandes objetivos deportivos, sino también a cualquier rutina deportiva que se tenga establecida (salir a caminar, actividades pautadas en un gimnasio, etc.). Y, por supuesto, debemos elegir la práctica de un deporte que nos resulte divertido o gratificante; en definitiva, que nos motive.

Por todo esto, podríamos hablar de otra “vía” con la que conseguir bienestar psicológico a través del deporte: Además de las endorfinas, la satisfacción por conseguir los objetivos que nos habíamos propuesto. Como experiencia personal, he de decir que pocas sensaciones se parecen a correr el último kilómetro de un Maratón: Tras haber sudado un buen puñado de duros entrenamientos, llevar muchos kilómetros en las deportivas, haber tenido bastantes dolores y agujetas e incluso haber pensado mil veces que no serás capaz, lo que sientes al ver la línea de meta es algo que no se puede expresar con palabras. Por eso, mi consejo (para el deporte y para la vida en general) es que os esforcéis, que os pongáis objetivos, que no hagáis caso de quien dice que no podéis hacerlo (sobre todo si ese alguien sois vosotros mismos), y que perseveréis. Los esfuerzos se recompensan, y los objetivos llegan.

Para terminar, os dejo con un vídeo que expresa gráficamente cómo el “trabajo duro” beneficia a nuestra mente. Disfrutad y ¡a por ello!


David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 18 de julio de 2014

Psicología y Publicidad: Dos mundos paralelos.

Mk Geek y davipsico volvemos a las andadas, con un post conjunto sobre cómo la Psicología puede jugar un papel casi decisivo en la Publicidad, el Marketing y la toma de decisiones.


En cualquier departamento de Marketing de una empresa, conocer las distintas estrategias psicológicas y utilizarlas bien puede hacernos vender mucho más que nuestros competidores. A la hora de llamar la atención de nuestros consumidores, es importante saber desde dónde colocamos un determinado anuncio hasta las características de los estímulos que tiene (música, imágenes, colores…). Un anuncio tiene que ser llamativo para captar nuestra atención, por lo tanto el equipo de publicidad deberá conocer muy bien a su target y utilizar unos determinados recursos para que la información se procese correctamente y podamos almacenarla en la memoria. Esto es posible gracias a la ayuda de: Eslóganes pegadizos (“Just Do It” de Nike), canciones (¿quién no conoce la canción del Cola-Cao?), imágenes atrevidas (por ejemplo, spots publicitarios de Benetton) y un sinfín de estrategias más.

Además de estas estrategias que recurren a los procesos mentales más simples, tenemos que tener en cuenta al consumidor. No basta con que un anuncio nos llame la atención o recordemos su música; como publicistas, debemos hacer que el target tome la decisión de comprar nuestro producto, que tiene que convertirse en la alternativa con más posibilidades de entre todas las que hay en el proceso de decisión de compra. Desde el surgimiento del problema hasta la evaluación post-compra, deberemos estar presentes.


Para ello pensaremos la forma de cautivarlos para llegar más allá y crear un compromiso con el producto. Una forma muy directa y usual de conseguir esto, es crear anuncios que apelen a la parte emocional (que te toquen la fibra sensible), ya que consiguiendo esto el consumidor no nos olvidará y creará un “afecto positivo” hacia nuestro producto. La parte emocional del Marketing es tan potente que puede incluso cambiar el modo en el que percibes un determinado producto/marca (como por ejemplo Apple, que ha conseguido  traspasar esa barrera y ya no es solo un producto, sino una forma de vida). A continuación se muestra uno de los ejemplos más recientes de esta marca estadounidense.


En definitiva, jugando con la publicidad y utilizando los distintos recursos de la mente, hay infinitas posibilidades para que nuestro producto tenga éxito, si estos recursos se utilizan bien.

David Olivares Valles
@davipsico

Cristian Coello Cantero
@icolol

martes, 17 de junio de 2014

Desafección política: Una actitud psicosocial.


En los últimos años hemos asistido a lo que parece ser una pérdida de confianza de la sociedad en nuestros dirigentes políticos (de uno u otro partido), motivado por una serie de acontecimientos de gran magnitud mediática en los principales órganos de gobierno: Innumerables casos de corrupción, poca preocupación por problemas sociales, recortes en educación y sanidad, reformas laborales “asesinas”, falta de inversión pública, mantenimiento de cargos públicos innecesarios, sueldos excesivos a políticos, etc. La lista se podría hacer interminable. Todo ello ha llevado incluso a que, a día de hoy, se les considere despectivamente como una “clase” política (y en las últimas semanas, hasta una “casta”). Pero, analizándolo desde la perspectiva psicológica, ¿qué es lo que provoca esta aversión hacia los políticos? ¿Está siempre justificada? ¿Hay alguna reacción mental que explique por qué parecen haberse convertido en el mal último de esta sociedad? Y, por el contrario, ¿qué es lo que hace que algunos partidos sigan teniendo infinidad de fieles seguidores a pesar de sus prácticas poco éticas? Intentemos dar respuesta a estas preguntas desde la óptica psicológica, y de la forma más neutral posible.

-Las actitudes y sus componentes.


Como todo buen estudiante de Psicología sabe, una actitud se define como una tendencia psicológica, favorable o desfavorable, hacia un objeto o entidad concreta, y está formada por 3 componentes que suelen tener una relación lógica: Cognitivo (lo que pensamos sobre algo), conductual (las acciones y comportamientos en relación a ese objeto) y afectivo (los sentimientos que nos provoca). De esta forma (y como mero ejemplo práctico) una actitud hacia un político concreto o hacia un partido en particular podría formarse de la siguiente manera:

Ante una noticia como “se recorta el presupuesto para becas”, considerada negativa para la sociedad, puedo pensar “los políticos son unos sinvergüenzas” (componente cognitivo), puedo dejar de votar al partido que ha promovido esa medida o incluso ir a una manifestación en contra (componente conductual), y puedo sentir pena por aquellos amigos o allegados que tendrán que dejar sus estudios (componente afectivo). Así, ya tenemos formada nuestra actitud. Ello puede incluso (llevado al extremo) producirnos el rechazo de personas que tengan una ideología política relacionada con esa medida concreta, algo muy en relación con los estereotipos y los prejuicios.

-Estereotipos y prejuicios. El prisma de una actitud.


Una vez formada una determinada actitud, resulta muy difícil romperla. Es más, la misma puede dar lugar a toda una compleja red de estereotipos (creencias generalizadas sobre un determinado grupo social) y de prejuicios (tienen que ver más con la parte afectiva negativa, con los sentimientos desagradables hacia ese grupo) que se podrían romper si estuviéramos expuestos a una gran cantidad de información contraria al estereotipo, o a un ejemplo que rompiera realmente esa actitud. En el caso de los políticos, es algo por desgracia muy difícil a día de hoy. Ya que, ¿cuántos políticos han dimitido después de descubrirse que han sido corruptos? ¿O cuántos han pedido disculpas por sus malas prácticas? ¿Habéis oído que alguno se baje el sueldo o se quite algún coche oficial? La propia actitud actual de los políticos hacia los ciudadanos (algo que daría para otro post, y de los largos) hace muy complicado que rompamos nuestra actitud negativa hacia ellos, y por tanto, que cambiemos nuestros estereotipos.

Por otro lado, este mismo mecanismo es el que explica la fidelidad de unos seguidores acérrimos o unos afiliados a su partido político. Por determinadas causas (valores en la educación, participación política activa, situación social o económica determinada, tradición familiar, etc.), una persona puede haber desarrollado una actitud favorable (en sus 3 componentes) hacia las prácticas o ideales de un determinado partido, y por lo tanto, ver todas sus actuaciones bajo el “prisma” o foco provocado por su actitud. Esto podría provocar incluso que se acabara estando de acuerdo con un determinado acto del partido con el que en principio podríamos estar en desacuerdo, o que una misma actuación la veamos como favorable o desfavorable dependiendo de si viene de la corriente ideológica con la que me identifico o de la contraria (algo realmente frecuente). Como ejemplo, ante la noticia “el gobierno abarata el despido y congela las pensiones”, influenciados por nuestra actitud y nuestros estereotipos podemos pensar que “es una medida necesaria ante la crisis” o que “es un ataque al estado del bienestar”.

A pesar de todo esto, que la desafección política sea el resultado de actitudes desfavorables no justifica, ni mucho menos, las prácticas poco éticas llevadas a cabo por los gobiernos a día de hoy. Y por otro lado, también es cierto que en esa desafección influyen asimismo otros muchos componentes y variables (económicas, financieras, etc.) que afectan a la delicada situación socio-política que tenemos en la actualidad, además de otros muchos procesos estudiados por la psicología social dignos de un análisis más exhaustivo (atribuciones causales, sesgos atribucionales, etc.). Sin embargo, conocer lo que es una actitud, cómo se forma, sus componentes y sus consecuencias puede ayudarnos a formar una opinión propia, a ser más críticos, a no estar de acuerdo (o en desacuerdo) con todo lo que se nos cuenta, a no ser un “borreguito” más que sólo opina lo que opina la “masa”. Formemos nuestras propias actitudes, tengamos nuestros propios pensamientos y tomemos nuestras propias decisiones.

Finalizo con otro vídeo de Amaral, cuya letra e imágenes plasman esta desafección de forma clara, irónica y violenta.



David Olivares Valles
@davipsico 

martes, 3 de junio de 2014

Videojuegos: De la afición a la adicción (II).

Tal y como comenté en mi anterior post, es el momento de analizar los videojuegos desde su perspectiva más positiva, contando con la colaboración de MK Geek. Espero que os guste nuestro post conjunto, ¡habrán más en el futuro!


El Marketing aporta una visión positiva a los videojuegos, los hacen más atractivos (de lo que ya son). La combinación de ambos hace que el cliente se sienta más atraído por este tipo de ocio. Existen herramientas como el Crowdfunding que combinan estos dos mundos para potenciarlos como herramientas de negocio.

El mundo de los videojuegos es un mundo en expansión. Gracias al efecto de la globalización (que lancen los juegos en todas las partes del mundo a la vez) este crecimiento se ha visto incrementado. Esto se puede comprobar por la mayor existencia de tiendas de videojuegos, foros con esta temática, web especializadas o tiendas online (que las propias consolas incluyen); es por eso que los juegos ya no solo sirven para jugar. Como ejemplo de todo esto nos vienen a la cabeza algunos títulos de Nintendo, como Wii Fit, Just Dance, Wii Sport o Brain Training, lo que ha dado lugar incluso a una nueva categoría de videojuegos, los llamados “juegos sociales”.


A día de hoy que tu vida sean los videojuegos no implica una adicción, si no que puede ser tu “modo de vida”. Aparte de lo que hemos comentado sobre el crecimiento del mundo del videojuego, existen otras salidas profesionales relacionadas, como los E-sports (personas que se dedican a los videojuegos de forma profesional). Ser un Gamer no implica estar aislado. El mundo del videojuego o Frikimundo puede ser la forma perfecta de conocer gente. Se pueden entablar relaciones con otras personas gracias a los juegos on-line, ferias o quedadas, o simplemente pasando tiempo con los amigos disfrutando de un buen juego multiplayer.


Psicológicamente, los videojuegos incluso podrían ser una buena forma de entrenar algunos de los procesos cognitivos más básicos como la atención mantenida o selectiva, el tiempo de reacción o favorecer la coordinación.

Opiniones:

-davipsico: En definitiva, los videojuegos pueden tener un potencial increíble, ya sea como herramienta de ocio, como forma de negocio o como un medio para desarrollarse socialmente. Utilizados “con cabeza”, pueden ayudar a que el tiempo libre de adolescentes (y no tan adolescentes) sea más divertido e interesante. Con los videojuegos, al igual que con muchas otras cosas de la vida, el secreto puede estar en el término medio.

-MK Geek: Los videojuegos son el futuro, no lo digo porque sea gran fan de estos (que también), sino que a día de hoy tienen muchas aplicaciones útiles en muchos campos, el ejemplo más interesante que se me ocurre es el de la Gamificación, en la que las compañías aplican métodos relacionados con los videojuegos en el ámbito empresarial, como sistemas de logros o puntuaciones, para incrementar ventas, mejorar las relaciones internas o impedir que los trabajadores caigan en la rutina.  ¡Y además molan! :D El día que dejen de gustarme, por favor… matarme.

David Olivares Valles
@davipsico

Cristian Coello Cantero
@icolol

martes, 20 de mayo de 2014

Videojuegos: De la afición a la adicción (I).


Desde hace muchísimos años, los videojuegos han sido un acompañante más de nuestra infancia, adolescencia y (cada vez más) de nuestra etapa adulta, convirtiéndose en un hobby que permite desconectar del estrés de la vida diaria y divertirnos, sin necesidad de salir de casa. Sin embargo, llevada al extremo, la práctica de videojuegos puede convertirse en toda una adicción tecnológica, algo que ahora se ha vuelto potencialmente más peligroso con la aparición de nuevas herramientas portátiles (tablets, teléfonos inteligentes, etc.), en las que además de otro tipo de aplicaciones, también hay videojuegos.

-Poder adictivo de las nuevas tecnologías.

El potencial adictivo de los videojuegos reside en múltiples causas. Por un lado, su fácil acceso: ¿Quién no ha tenido una videoconsola en casa o ha jugado en alguna ocasión con alguna? Cualquier persona puede acercarse a una tienda de videojuegos y adquirir este tipo de productos de ocio, no hay absolutamente nada de malo en ello, los problemas vienen del abuso de estas tecnologías. Otro factor importante es que la mayoría de los videojuegos no requieren esfuerzo físico (aunque sí mental, pudiendo mejorar algunas funciones cognitivas en la infancia y adolescencia), por lo tanto lo único que requieren es encenderlos y pasar horas y horas delante del televisor, dejándose de realizar otras actividades más productivas académicamente o más saludables. Además, los videojuegos están diseñados a modo de “reto” que hay que superar, lo que obliga a invertir gran cantidad de tiempo en ellos, produciéndose esa sensación de “adicción”, de no poder parar de jugar hasta que no se consiguen las metas deseadas. Y en cuanto a la infancia, el uso de videoconsolas, ordenadores y tablets se está generalizando en los últimos años entre los niños, convirtiéndose en un sustituto de los modos de educación y juegos tradicionales, lo que está motivado en parte por la menor necesidad de implicación de los padres en estos juegos. Por ello, muchos niños crecen tomando los ordenadores y videojuegos como una herramienta habitual y de uso muy frecuente en sus vidas.

-Adolescentes y videojuegos.


La adolescencia es una etapa vital en la que las adicciones tecnológicas pueden ser especialmente peligrosas. Una familia en la que uno de sus miembros esté completamente “enganchado” a los videojuegos puede ver reducida su comunicación, lo que dificulta enormemente la buena convivencia y un clima familiar positivo. Además, los adolescentes que invierten casi todo su tiempo libre en videojuegos pueden llegar a aislarse de su grupo social, lo que podría influir en una mayor dificultad de integración e identificación con sus compañeros de clase o amigos. En estas edades, los videojuegos pueden también convertirse en una forma de desconectar de los problemas, evitando así la resolución efectiva de los mismos o la realización de otras actividades de “distensión” más saludables (como la práctica de deporte), lo cual conecta con otro gran problema del abuso de videojuegos: El sedentarismo, que podrían derivar en otros problemas de salud más importantes.

Sin embargo, no todo es negativo: En un término aceptable, los videojuegos pueden ser un pasatiempo realmente divertido e interesante, y a nivel profesional pueden incluso convertirse en un modo de vida. De todo ello os hablaré en otra próxima publicación, ya que con este post comienza la colaboración con el Blog de mi gran amigo MK Geek, en la cual analizaremos (desde el punto de vista de la Psicología y del Marketing) el enorme potencial que tienen los videojuegos. Además, próximamente publicaremos otros posts conjuntos sobre temas muy interesantes en los que ambas disciplinas se complementan. Hasta entonces, os dejo con el link de un vídeo muy breve sobre algunas recomendaciones para evitar llegar a niveles adictivos en el uso de videojuegos y nuevas tecnologías en niños y adolescentes.

David Olivares Valles
@davipsico

lunes, 14 de abril de 2014

La mente del corredor.


En los últimos años, el “running” (o como se ha llamado toda la vida “salir a correr”) se ha establecido como una nueva moda a nivel mundial, tomándose como un estilo de vida, una rutina que a muchos nos es imposible dejar e incluso convirtiéndose en una poderosa arma de negocio. Pero, ¿qué hay de cierto en que salir a correr es siempre beneficioso para la salud? ¿Puede el running mejorar también nuestra salud psicológica? ¿Se puede utilizar como una herramienta para un importante cambio personal?

-El importante papel de las endorfinas.

Las verdaderas responsables de quedar “enganchados” a correr son las endorfinas. Son neuropéptidos, liberados por la glándula hipófisis, que nuestro cerebro produce ante la realización de determinadas actividades (no sólo corriendo, sino también con otro tipo de actividades placenteras o consideradas relajantes) y que tras correr producen en nuestro cuerpo una sensación de bienestar, de felicidad, que hace que queramos volver a salir a correr, que queramos ir más allá o que queramos ponernos nuevos retos u objetivos deportivos.

-Correr más beneficia a tu mente.

Como otros deportes, el running es una muy buena forma de combatir el estrés de la vida diaria, de liberar tensiones y también, debido a los ya mencionados efectos en nuestro cerebro, de reducir síntomas depresivos o bajos estados de ánimo. Dentro del estresante modo de vida actual, en muchas ocasiones salir a correr nos proporciona el tiempo perfecto para desconectar, o por el contrario, para reflexionar sobre las preocupaciones de nuestra vida laboral, social o personal, interviniendo así en la solución de problemas. También puede ser una importante herramienta para la motivación personal, es decir, para el establecimiento de nuevos objetivos, promoviendo la cultura del esfuerzo y aumentando la autoestima y autoeficacia personales tras la consecución de los mismos. Y a pesar de que es una actividad que puede realizarse de forma individual, su práctica en grupo es una manera perfecta de fomentar nuestras relaciones sociales, crear sentimiento de grupo y mejorar la comunicación intergrupal.

-Correr con cabeza.


Durante años, parecen haberse corroborado la enorme cantidad de efectos beneficiosos que correr tiene en la salud física, efectos que se extienden desde un mejor funcionamiento de los sistemas circulatorio, hormonal, óseo, etc., hasta el sistema nervioso e incluso el inmunitario, además de que es una actividad recomendable para perder peso y disminuir los niveles de grasa corporal. Sin embargo, correr es una actividad cuyo progreso ha de realizarse escalonadamente, poco a poco. En caso de principiantes, se ha de tener en cuenta además el estado de salud previo antes de empezar a correr, ya que, por ejemplo, una persona que se está recuperando de alguna lesión o sufre de una enfermedad puede empeorarla si corre. Y por otro lado, en el caso de correr con el objetivo de finalizar alguna carrera (10 kilómetros, Maratón o medio Maratón, etc.), siempre será recomendable la ayuda de un técnico o especialista que te asesore con un determinado plan de entrenamiento, ya que si realizas sobreesfuerzos, sobreentrenamientos, o por el contrario corres una carrera sin la preparación adecuada, tu salud se puede ver perjudicada. Además, hay que tener siempre en cuenta determinadas pautas de alimentación (algo imprescindible), descanso, sueño y recuperación muscular que permitan mejorar todavía más el rendimiento deportivo.

En conclusión, si bien correr es una actividad implícita en otros deportes, también puede ser una disciplina en sí misma que, ya sea a nivel amateur o competidor, puede convertirse en algo más que un hobbie: Por experiencia propia, el running puede suponer un gran cambio personal. En futuros posts os contaré cómo será mi paso por mi primer Maratón, el Rock and Roll Madrid Maratón de este año. Hasta entonces… ¡A CORRER!


David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 14 de febrero de 2014

La autoestima en la tercera edad.


A pesar de los avances en geriatría y la variedad de recursos asistenciales con los que cuentan nuestros mayores hoy en día, en muchas ocasiones nuestra sociedad (y casi sin darnos siquiera cuenta) tiende a considerar a los ancianos como a “trastos viejos”, sin ninguna utilidad; meros entes que miran la poca vida que les queda correr ante sus ojos. Muy pocas veces pensamos que son un foco de experiencia, de sabiduría, que siguen necesitando participar en la sociedad y, sobre todo, que siguen necesitando nuestro cariño.

-El trato que reciben los mayores.

Sobre las personas ancianas, al igual que ocurre con otros grupos sociales, existe todo un cúmulo de prejuicios y estereotipos que entorpecen la aparición de una visión positiva de la vejez. Se les percibe como personas cansadas, muy tradicionales, ancladas en el pasado, aburridas, dependientes, solitarias… Estos prejuicios pueden provocar que, en ocasiones, los familiares y/o amigos del anciano no le dispensen el trato más correcto, ya sea mediante conductas verbales inapropiadas, agresividad, falta de apoyo, descuido en la higiene o alimentación (si el anciano es dependiente), aislamiento, etc.; todo ello con fatales consecuencias para el bienestar físico y psicológico del anciano. Si a la aparición de ciertas actitudes discriminatorias unimos las pérdidas que suelen ocurrir en esta etapa vital (pérdida del trabajo por la jubilación, muerte del cónyuge u otros familiares y amigos, pérdida de alguna capacidad como consecuencia de alguna enfermedad, etc.) y la difícil situación socio-económica (crisis, pensiones insuficientes, pocos recursos sociales, etc.) la vejez puede convertirse en un periodo realmente complicado; un final del camino con muchas cuestas.

En algunos casos, son las propias personas mayores las que (por ejemplo, una vez se jubilan) creen en ese enfoque “triste” de la última etapa de sus vidas, por lo que se ajustan a esa determinada forma de ser, algo que puede provocarles problemas de depresión, ansiedad o soledad si su forma de ser anterior no encaja con la visión que los de su alrededor, y él mismo, tienen de la vejez. Sin embargo, el percibir la propia vejez de un modo u otro depende en gran medida de la personalidad del anciano, de su nivel educativo, de la preservación de sus capacidades cognitivas, de su estado de salud y de su autoestima.

-Los pilares de la autoestima.

La vejez es una ciclo vital que pone en serio riesgo la autoestima personal. Por un lado, el cambio de rol social (de trabajador a jubilado, por ejemplo) puede ser peligroso para la propia valoración que un anciano realiza de sí mismo si, por ejemplo, toda su vida estaba centrada en torno al trabajo, ya que puede llegar a sentirse una persona inútil, sin valor, sin nada que hacer. Lo mismo ocurriría en otro anciano que, acostumbrado a realizar únicamente ejercicio físico en un cierto nivel (sin cuidar sus relaciones sociales), sufriera una enfermedad que le impidiera siquiera salir a caminar todos los días. Por tanto, conforme vamos haciéndonos mayores conviene dividir los pilares de nuestra felicidad entre las diversas opciones que la vida nos ofrece; es decir, ir forjando diferentes áreas en las que nos sintamos útiles y satisfechos en nuestra vida, algo que favorecerá una vejez más rica y preservará nuestra autoestima en caso de que uno de esos pilares se derrumbe.

En el caso de ancianos residentes en instituciones (residencias, hospitales geriátricos, centros de día, etc.), su autoestima dependerá, además de todo lo anterior, del trato recibido en la misma, de los servicios que la institución ofrezca, de las relaciones sociales que el anciano haya establecido y de cómo se mantenga la relación familiar (frecuencia de visitas, apoyo social, emocional e instrumental de la familia, etc.). En este punto resulta fundamental destacar que muchos ancianos, por diversos problemas (demencias, síndromes de inmovilización provocados por enfermedades crónicas u otros) son completamente dependientes para todas las actividades básicas de la vida diaria; sin embargo, es fundamental intentar preservar su autoestima y dignidad personal.

-Dignidad personal en ancianos dependientes.


Con aquellos ancianos, sean nuestros pacientes o nuestros familiares, que no se pueden mover, que no pueden hablar o que ni siquiera parecen entender lo que decimos o hacemos, es especialmente importante ser cuidadosos y cariñosos. Puede que un anciano pierda (por diversas circunstancias) calidad de vida, pero nunca debe perder su dignidad personal. Esto se traduce tanto en la necesidad de llevar a cabo sus cuidados de forma rigurosa y efectiva (higiene y aseo personal, curas o toma de medicación, entre otros) como en seguir hablándoles, teniéndoles en cuenta, darles cariño y hacerles compañía. Un "buenos días", un beso, una caricia o una simple sonrisa, todas esas cosas que en nuestra sociedad han quedado relegadas como algo insustancial, pueden suponer la felicidad de un anciano dependiente.

Todo esto no es más que una pequeña aproximación a la gran problemática psicosocial que plantea la vejez. Lo importante es dejar de manifiesto que tenemos que procurar entender las necesidades y los cambios de nuestros ancianos, desde la perspectiva más proactiva y positiva posible, y por otro lado (para cuando nosotros lleguemos a esta edad) saber que es importante cuidar no sólo nuestra salud, sino también nuestra mente. Finalizo este post, por un lado, con el tráiler de la película “Arrugas” (basada en el cómic homónimo) que os recomiendo encarecidamente; es una muy buena reflexión sobre los cambios que produce la vejez y la enfermedad de Alzheimer.


Y por otro, con la fantástica canción de Amaral “Olvido”, que me emociona cada vez que la escucho. Porque un anciano con Alzheimer puede olvidar muchas cosas, pero jamás olvidará sus sentimientos.


David Olivares Valles
@davipsico