martes, 23 de junio de 2015

En busca de la felicidad II: Evita el estrés.



Ya hemos reflexionado en anteriores posts sobre qué es la felicidad y sobre cómo manejar ideas y pensamientos irracionales. Hoy seguimos este particular camino en la búsqueda por ser un poco más felices con unos breves consejos para combatir uno de los problemas más extendidos entre las sociedades occidentales: El estrés.

-¿Qué es el estrés?

Existen diversos modelos explicativos del fenómeno del estrés, dependiendo del tipo de variables que se tengan en cuenta. A un nivel más sencillo, el estrés se podría definir como la ansiedad y activación psicofisiológica (sudoración, tensión muscular, subida del pulso cardiaco, etc.), que experimentamos cuando percibimos que nuestras demandas (por ejemplo, cosas por hacer) exceden o superan el tiempo que tenemos para realizarlas (es decir, necesitaríamos más tiempo para llevarlas a cabo de una manera efectiva). Esto puede producirse no sólo en el ámbito laboral, sino también en el doméstico-familiar (por ejemplo, no encontrar tiempo para compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos y de la casa) e incluso el social (por ejemplo, cuando nos agobia la sensación de no poder estar un determinado tiempo con nuestra pareja, familiares o amigos, por tener que atender a otras tareas). Como resulta obvio, el estrés puede afectar muy negativamente al estado de ánimo de la persona que lo sufre, y en determinadas profesiones puede llegar a cronificarse, influyendo en una percepción muy negativa del puesto de trabajo y de la propia calidad de vida laboral, social y personal.

-Pautas sencillas que pueden marcar la diferencia.


Está claro que, por unos motivos u otros, todos vamos a estar expuestos a cierto nivel de estrés en algún momento de nuestras vidas; es lo que lleva implícito vivir en esta loca sociedad acelerada, informatizada y adicta al trabajo. Sin embargo, si intentamos seguir unas reglas muy básicas (ya lo verás; tampoco te voy a descubrir el universo) y tratamos que se mantengan estables en el tiempo, pueden llegar a hacer que pases de una sensación de estrés permanente por tener muchas cosas por hacer, a una sensación de estar motivado por lo que haces y sentirte activo, vivo y realizado.

Prioriza.

Muchas veces llenamos nuestras agendas con cosas importantes, pero otras simplemente escribimos “tonterías” que, en realidad, pueden hacerse en otro momento, y no justo en el día en el que tienes cientos de cosas más importantes por delante. Ya sea por días, semanas, meses, o como quiera que te organices, piensa en qué es lo urgente, qué es lo importante y qué puede esperar. Hay mucho tiempo para hacer muchas cosas.

Organízate, pero no te obsesiones.

Ser organizado e intentar que no se nos olvide nada es importante, por supuesto. Pero trata de no dedicar demasiado tiempo en organizarte; si te fijas, muchas veces dedicamos más tiempo a organizar nuestras tareas que con algunas de las tareas en sí. Si intentas tener una organización perfecta puede que hayas “perdido” una gran cantidad de tiempo, lo que te puede generar más estrés al tener menos tiempo para lo que realmente tenías que hacer. Y aquí entramos en un círculo del que te puede costar salir, o incluso tener problemas en casa o en tu trabajo.

Céntrate en el presente.

Si estás escribiendo un informe, escribe un informe. Si estás conduciendo, conduce y evita estar dándole vueltas a otras cosas. El estrés hace que muchas veces nos enfrentemos a los quehaceres diarios al mismo tiempo que en nuestra cabeza estamos pensando en las cosas que tenemos por delante o en lo mal que hemos realizado tareas pasadas. Es difícil, cuesta, pero intenta estar en el aquí y ahora. Vivir el presente es una de las claves de la felicidad. Y además, tus informes estarán mejor redactados, o llegarás a todas partes a tiempo sin ningún problema.

Sé realista.

Si, por ejemplo, sólo vas a disponer de 3 horas libres una tarde, no pienses que en esas 3 horas vas a poder hacer todo aquello para lo que necesitarías una semana entera. Si además lo intentas, te llevarás un buen golpe al darte cuenta de que no has podido hacerlo, pudiendo incluso interpretarlo como que eres un desastre o vago. No lo eres; sólo has sido iluso. Si sólo vas a poder hacer una cosa, haz esa cosa, y concéntrate en ella (recuerda lo de centrarte en el presente).

Pide ayuda.

El ser humano es un ser social. Vivimos rodeados de personas a las que podemos ayudar y pedir ayuda. Si algo excede tus posibilidades, conocimientos o, simplemente, tu tiempo, pide ayuda. Olvídate del “yo y sólo yo”.

Tómate tiempo para ti mismo.

Piensa que para poder hacer todo y llegar a todo, debes estar bien tú. Si no reservas ratos cada día y cada semana para ti mismo, no estarás en óptimas condiciones para afrontar todos los retos y tareas que tienes por delante. Es obvio que siempre se tiene que ayudar a amigos y familiares, o que se tiene que obedecer a lo que te impone tu  jefe; pero no pretendas agradar a todos en todos los momentos o servir siempre a los demás. Tu tiempo, tus aficiones y tu bienestar también son importantes.

Cuídate.

En relación con el punto anterior, para evitar el estrés es muy importante cuidarse a nivel físico: Hacer ejercicio, cuidar nuestra alimentación, y tener un estilo de vida general activo y saludable. Relájate haciendo actividades que te resulten agradables. Si cuidas tu físico, tu mente y tus relaciones sociales, tendrás un “colchón” perfecto en el que aliviar tu estrés y tus tensiones de la vida diaria.

En definitiva, hay que esforzarse por hacer las cosas bien, por supuesto, pero hay que interiorizar que no somos superhéroes capaces de hacer mil cosas bien de forma perfecta en poco tiempo. Aplica la norma del término medio: Sé activo, pero no te agobies. Intenta utilizar estos sencillos consejos en tu vida cotidiana y recuerda que, como dice este gran himno anti-estrés, cuando te preocupas por un problema, lo haces doble. Hasta pronto.


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 9 de junio de 2015

Micro-guía de Orientación Laboral II: Los primeros pasos.



Seguimos con algunas de las pautas básicas para encontrar un empleo. Ya hemos afrontado la realidad, asumido las dificultades, establecido un objetivo y preparado un buen CV. Pero, por supuesto, debemos tener más herramientas y recursos de apoyo para aumentar nuestras posibilidades de conseguir ese ansiado trabajo. Por ejemplo, podemos preparar una carta de presentación, y entrenarnos para afrontar de forma correcta una entrevista de trabajo. En la presente entrada vamos a centrarnos en estos dos puntos de la búsqueda de empleo.

-¿Qué es una Carta de Presentación? Pautas básicas.

Una carta de presentación es un documento que complementa al currículum, y cuyo objetivo es que el mismo destaque entre el “montón” de currículos que (muy probablemente) el responsable de Recursos Humanos ya disponga encima de la mesa. En una carta de presentación bien redactada deben quedar bien claro el tipo de trabajo que estás buscando, cuáles son tus aptitudes de cara a ocupar eficazmente ese puesto, por qué estás motivado para entrar a trabajar en esa empresa, qué puede aportarle tu enfoque personal, y cómo se adapta tu formación y experiencia al puesto de trabajo. En definitiva, podría resumirse en que es un documento breve en el que explicas a la empresa por qué debe contratarte, y por qué eres su mejor opción.

Tal y como indica el portal de empleo PrimerEmpleo.com, se pueden crear diferentes tipos de cartas de presentación, dependiendo de si estás enviando tu currículum a una oferta de trabajo o si, por el contrario, quieres entregarlo de forma “espontánea” a una empresa. Sin embargo, sus pautas de redacción son similares y sencillas. Organiza la carta en diversos párrafos, empezando por tu nombre y datos de contacto. Empieza el texto dirigiéndote a quién la va a leer (por ejemplo, “A la atención de…”). Después, véndete de forma realista: Cuál es tu formación académica y extra-curricular (cursos de especialización, idiomas, etc.) y tu experiencia, ya sea laboral, de prácticas o de voluntariado, pero todo ello de forma breve. Dedica el siguiente párrafo a explicar por qué estás interesado en trabajar en esa empresa (por ejemplo, porque quieres desarrollar una carrera en ese ámbito, porque es una de las más importantes del sector, etc.), y finaliza con una despedida en la que quede clara tu disposición a explicar tu CV de forma completa en una entrevista personal. Si bien escribir este tipo de cartas parece algo trivial, una buena carta de presentación puede “ascender” un CV hasta los primeros puestos, por tanto dedícale el tiempo necesario hasta que resulte atractiva. Puedes ver ejemplos de cartas de presentación aquí.

-Relájate: Es sólo una entrevista.


Con unas buenas herramientas de búsqueda de empleo (y un poco de suerte), puede que llegue el momento en el que tengamos que afrontar una entrevista de trabajo. Y este es uno de los momentos más críticos en la búsqueda de empleo. Las entrevistas de trabajo suelen generar nerviosismo y ansiedad, debido a que mentalmente interpretamos que nuestro futuro depende del resultado de la misma, y en gran medida es cierto. Sin embargo, si aprendemos a relajarnos, con toda probabilidad nos irá mejor; además hay que considerar que en muchos procesos de selección la primera entrevista tiene como objetivo conocer a los candidatos, realizando así una criba previa a una segunda entrevista más formal.

En primer lugar, relativiza: No va a pasar nada si una entrevista no sale al 100% como nosotros esperamos. De hecho, el estrés que produce puede hacernos incluso tener una percepción subjetiva más negativa de lo que ha sido, es decir, puede que pensemos que ha ido fatal porque estábamos nerviosos, pero en realidad el entrevistador se haya quedado con un buen “sabor de boca” (piensa que ellos ya cuentan con que la mayoría de los entrevistados van a estar nerviosos). Por todo ello es muy importante relajarse previamente y estar en unas buenas condiciones psicofisiológicas previas (haber dormido bien, llegar a la entrevista sin prisas, ir con ropa cómoda, etc.). Además, también es muy importante estar preparados para afrontar la frustración: Una entrevista de trabajo no va a derivar necesariamente en un puesto. Con la gran inestabilidad actual, debemos ser conscientes de que la cantidad de personas que buscan empleo es enorme, y que conseguir ese trabajo ya no depende del todo de nosotros.

-Afrontar las preguntas difíciles.


Una de las claves para superar exitosamente una entrevista de trabajo es prepararla concienzudamente. Y cuando digo prepararla me refiero a prepararla bien, desde el momento en el que se entra al despacho del entrevistador hasta la despedida. Si ya te has enfrentado a varias entrevistas probablemente te hayas dado cuenta de que has ido mejorando en su ejecución, porque vas corrigiendo los errores que has cometido en las previas. Si la preparas bien, puedes anticiparte a esos errores.

Además de preguntarte por tu formación, experiencia, puntos fuertes y débiles, etc. (preguntas cuya respuesta debes haber preparado bien previamente, por supuesto) puede que el entrevistador te realice preguntas por competencias, es decir, para ver cómo actuarías ante determinadas situaciones. El enfoque de los Recursos Humanos por competencias resulta muy interesante, ya que permite al entrevistador hacerse una idea de cómo es un potencial trabajador sin que éste posea una gran experiencia. Por ejemplo, si optas a un puesto en el que es necesario utilizar un determinado programa informático muy complejo, puede que te pregunten cómo afrontarías un problema en ese programa o cómo intentarías resolverlo. Si ante este tipo de cuestiones te quedas en blanco o no respondes adecuadamente, aumentas tus posibilidades de no pasar a la siguiente fase del proceso de selección. Por eso es también imprescindible preparar bien nuestras respuestas a preguntas como “¿Cuál es tu mayor defecto?” “¿Qué es lo que cambiarías de ti?”, etc. En estos casos, huye de respuestas estereotipadas (dentro de lo posible) e incluye siempre una coletilla “positiva” al final. Por ejemplo: “En ocasiones tengo problemas con las nuevas tecnologías, pero he realizado varios cursos últimamente y estoy mejorando mucho en ese tema”.

Infórmate sobre la empresa, visualízate en la entrevista, ensáyala con un amigo o familiar (aunque te resulte cómico), practica la respiración profunda, relájate… Si afrontas la entrevista de una forma activa y positiva, sin duda habrás mejorado tu “empleabilidad” y estarás más cerca de conseguir lo que deseas. Y, como consejo personal, sé tú mismo y sé sincero. Está claro que hay que venderse bien, pero ten confianza en ti mismo y no intentes ser quién no eres; se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Y como el humor siempre viene bien para relajar tensiones, os dejo con un sketch ya muy típico sobre las entrevistas de trabajo. Porque, ¿qué cosas no tienes que hacer bajo ningún concepto en una entrevista?


David Olivares Valles
@davipsico