miércoles, 3 de diciembre de 2014

Navidad y juguetes: El valor de las cosas.

Como Christmas Lover que me considero, esta vez toca analizar las tan ansiadas fiestas navideñas desde mi visión crítica de psicólogo. Y sí, aunque no lo parezca, hay muchos puntos navideños donde podríamos analizar profundamente el comportamiento humano: Las compras compulsivas y desenfrenadas, los trastornos de la conducta alimentaria transitorios (véase “comer en 2 semanas la cantidad de 2 meses”), la complejidad de esas relaciones familiares tensas, etc. Sin embargo, en esta ocasión me quedo con un elemento típicamente asociado a la Navidad y a los niños: Los juguetes. Los regalos de Papá Noel y Reyes. Podréis pensar, ¿por qué? ¿Hay algo de malo en ellos? ¿Puede provocarle a mi hijo un trauma descubrir que en realidad Baltasar era su primo del pueblo disfrazado? No van por ahí los tiros. Lo que quiero analizar es la importancia que tienen para el desarrollo de un niño los juguetes que le regalamos, las emociones que estos (y la Navidad en general) le transmiten, y cómo manejar de forma racional y efectiva todo lo que rodea a los regalos navideños.

-Esa ilusión infantil

"Traviesa, buena... ¡Deja de juzgarme!"

La Navidad puede ser una época perfecta para gestionar de forma correcta una serie de emociones y valores asociados a esos días, trabajando así un poco en la Inteligencia Emocional de nuestros hijos/familiares: El respeto, la convivencia, la ilusión por las cosas, la formación de expectativas, el desarrollo de un buen comportamiento, etc. En relación a este último elemento, en Navidad suele incumplirse una norma básica presente durante el resto del año: “Si te portas mal, no tendrás premio”. Aunque el niño se haya portado mal, tendrá su regalo, su recompensa. No seré yo quien diga que un niño “travieso” no tenga que recibir regalos por Navidad (quizá sería algo un poco cruel en nuestra sociedad), pero los padres deben de tener claro que la falta de una respuesta coherente ante un mal comportamiento puede tener consecuencias, como un peor seguimiento de las normas de casa en un futuro. Por tanto, aunque parezca algo difícil de llevar a cabo, cuando hay problemas de comportamiento debería haber (si no una restricción de regalos navideños) sí un control racional, de manera que el niño perciba la señal de que algo debe de cambiar. Por otro lado, estas fechas son perfectas para inculcar a los niños el valor de la solidaridad, mediante acciones directas y observables por ellos mismos en las que además puedan participar (asistencia a mercadillos benéficos, donaciones, colaboraciones con asociaciones, etc.). Si la solidaridad se va forjando en su personalidad desde pequeños, será un valor que seguirá muy arraigado en etapas adultas.

-Cantidad, calidad y valor sentimental.

"Tetris" de regalos navideños.

Llega la Navidad y las puertas de los colegios se llenan de catálogos de juguetes, los escaparates son absolutamente irresistibles para un niño, y la tan ansiada carta a los Reyes se tiene que empezar a escribir. Y entonces, parece que muchos niños “piden por pedir”, es decir, catálogo en mano se ponen a pedir a diestro y siniestro, casi sin tener en cuenta si de verdad les gusta lo que anotan y piensan jugar con eso o es que sólo les llama la atención el anuncio de la tele. ¿Y qué suele ocurrir después? Pues que los padres regalan todo lo que el niño ha pedido, con la buena intención de no defraudarle. Sin embargo, creo que es más correcto inculcarle desde un principio que pida menos cosas, pero que éstas sean realmente relevantes, significativas e importantes para él o ella. Una vez seleccionados los ítems verdaderamente deseados, los padres sí que deberían intentar conseguir ese juguete (algo no tan fácil en estas fechas, dado que los juguetes “estrella” suelen agotarse en días). Si lo deseado es un objeto realmente caro o difícil de conseguir, lo correcto sería no cubrir al niño con muchísimos más juguetes (por aquello de que “es que se porta muy bien…”), ya que si no finalmente el tan ansiado objeto puede perder todo ese valor que tenía. Si unimos esto a lo analizado en el apartado anterior (además de lo más deseado, regalar muchas cosas, y habiéndose portado mal al mismo tiempo) tendremos como resultado que ni valorará sus juguetes, ni mejorará su comportamiento. De esta forma, con los años el trastero de casa se nos llenará de muchos juguetes (en algunos casos puede que sin estrenar siquiera) y además en la próxima Navidad el niño volverá a pedir montones de cosas, pues le habremos dado el mensaje de que importa más la cantidad que la calidad. Éste es uno de los motivos por el que estas fiestas se han vuelto tan increíblemente materialistas.

-Regalos navideños, ¿un arma de doble filo?

Cambiando los cuadernos por tablets.

Los niños son niños. Sí, parece una afirmación muy obvia, pero en Navidad a veces se olvida. Nos empeñamos en regalar a los niños trastos de adultos, cosas que no pertenecen al importantísimo ciclo vital que están viviendo. Lo más correcto es siempre regalar juguetes infantiles que estén más o menos adaptados al nivel cognitivo del niño (los padres y madres no tienen que estudiarlo mucho, ya que en caso de juguetes de edades tempranas ahora suele haber mucha información en las propias cajas). En caso de los más pequeños será beneficioso para su desarrollo regalar juguetes que potencien la coordinación psicomotora o traten algunos valores educativos (matemáticas, lenguaje, inglés, etc.), mientras que en otras etapas más avanzadas también es bueno regalar juguetes que sean deseados simplemente porque permiten divertirse y desconectar del "cole" (aunque los padres deberían controlar siempre un uso racional del mismo). Personalmente, no me gusta nada la moda actual de regalar tecnología punta a niños muy pequeños. Los juguetes son para los niños. Las tablets, para los adultos. Regalemos juguetes; si quieren tecnología, que sea una videoconsola (tema del que ya se ha hablado en el Blog), pero no un móvil último modelo. Si les regalamos este tipo de cosas, podemos volver a caer en lo mismo: La pérdida absoluta de su valoración (otro trasto más), además de que están malgastando aparatos caros que en realidad tienen otras finalidades. Y peor todavía, estaremos creando potenciales adictos a las nuevas tecnologías desde que son muy pequeños.

Vale, lo reconozco. Son unas fiestas materialistas al 100%. Sí, Papá Noel era originalmente verde hasta que llegó Coca-Cola. Las empresas se frotan las manos este mes. Pero, ¿no tienen también una parte positiva? Da igual que tipo de persona seas, que tipo de familia tengas, que seas o no creyente (estas fiestas han alcanzado ya un nivel, llamémoslo “supra-religioso”), algunos de los valores que transmite la Navidad me parecen muy importantes. Y los papás y mamás deben de intentar manejar estas fechas de la forma más efectiva posible. Al fin y al cabo… Cualquier cosa puede tener el valor que nosotros le demos.

"¡UN PALOOOOOO!"

Finalizo con un vídeo de un anuncio reciente en el que (si bien se anuncia en realidad un producto nada recomendable para un niño pequeño, y se muestra también esa parte más materialista de la Navidad) se plasma muy bien la ilusión que un niño/niña puede tener estos días por algo que a simple vista parece tan sencillo como un juguete. FELIZ NAVIDAD.


David Olivares Valles
@davipsico