viernes, 31 de enero de 2014

La gestión del conflicto en las organizaciones.


Hora de escribir sobre una de las áreas de la Psicología que más interés me suscita: La Psicología del Trabajo (para mis colegas psicólogos, no lo digo irónicamente: Siempre fue mi rama favorita durante la carrera). Adentrándome un poco más en el ámbito organizacional, un tema siempre candente, y para el que típicamente se suele decir que “los psicólogos venimos bien”, es el manejo de un conflicto dentro de una empresa. 

-Principales fuentes de conflicto dentro de una organización.



Si bien las “peleas” que se pueden producir en el trabajo parecen algo trivial y se consideran habituales en múltiples puestos, pueden suponer un evento con consecuencias muy graves, como por ejemplo, despidos, la generación de un mal clima laboral en la empresa (lo que afecta muy negativamente al rendimiento óptimo de la misma), o incluso el cierre de grandes corporaciones empresariales (algo que, por desgracia, estamos observando demasiado últimamente). Se puede definir un conflicto organizacional como una situación en la que uno o varios miembros de un grupo de trabajo defienden una postura en un problema o en una tarea que es notablemente diferente a la postura defendida por otros trabajadores del mismo grupo, produciéndose una tensión que hace que se reduzca la cohesión grupal. Algunos de los focos de un conflicto laboral pueden ser (entre otros):

-Un diseño erróneo de la estructura organizacional (por ejemplo, que haya relaciones demasiado “verticales”, en las que los puestos directivos ejercen demasiado poder en la capacidad de toma de decisiones de otros puestos situados más abajo en el organigrama de la empresa, produciéndose además una comunicación insuficiente entre la rama directiva y el grueso de trabajadores).

-Reducciones de plantilla (lo que provoca despidos, siempre problemáticos, y más todavía con la situación de enorme crisis económica actual).

-Un liderazgo excesivamente autocrático o poco democrático (por parte del jefe o los encargados).

-Distancia entre los valores personales y cultura del trabajador, y los valores y cultura organizacionales de la empresa (como ejemplo radical, un vegetariano que trabajase en una empresa cárnica).

-El ser una empresa de gran tamaño (a más trabajadores y procesos de trabajo, aumentan las posibilidades de que aparezcan conflictos).

-Desacuerdo con los aspectos extrínsecos o externos del trabajo (retribución económica, horarios, organización de días libres y vacaciones, etc.).

-Disconformidad con los aspectos intrínsecos o propios del trabajo realizado (monotonía, esfuerzo físico realizado, etc.).

-Condiciones inadecuadas de trabajo y riesgos laborales (inadecuadas condiciones térmicas, lumínicas o sonoras, problemas por aspectos ergonómicos, etc.).

-Mal ajuste al puesto de trabajo (que un trabajador no posea la formación, los conocimientos o las aptitudes necesarias para desempeñar un determinado trabajo, o por el contrario sus capacidades excedan los requerimientos, produciéndose un “conflicto de rol”).

-Desobediencia o insubordinación a las fuentes de poder (es decir, a los jefes; no realizar las tareas según sus indicaciones).

-En contextos industriales, el incumplimiento de los objetivos de producción establecidos.

-Otros problemas relacionados con variables psicológicas (poca motivación laboral, insatisfacción con el trabajo, ambigüedad sobre las tareas a realizar, problemas de depresión, ansiedad o estrés en los trabajadores, etc.).

-Algunos consejos básicos para solucionar conflictos empresariales.

Parece obvio que no existe una fórmula mágica para solucionar un conflicto en la empresa, y es que cada problema tiene que ser abordado de diferente forma según su origen, partes implicadas y relevancia. Lo que sí es muy importante, el primer paso que se debe dar, es querer solucionar el conflicto. Es decir, tener la disposición de volver a un estado de equilibrio, de cohesión grupal. Muchas veces, el conflicto está tan sumamente arraigado a la estructura de la empresa que sus trabajadores o directivos están habituados a que sea parte de la rutina diaria. Una solución sencilla pero muy eficaz sería aplicar una técnica muy habitual en el abordaje de problemas en consulta psicológica, pero esta vez dirigida hacia el ámbito organizacional: La técnica de resolución de problemas y toma de decisiones. El primer paso podría ser orientarse hacia el conflicto, como ya he comentado, que una de las partes se hiciera consciente de que hay una dificultad que hay que solucionar. Después, en un contexto en el que todos los implicados en el conflicto estuvieran presentes (por ejemplo, una reunión de trabajo), se debería pasar a la definición y formulación del conflicto, operativizar cuál es la discusión y a qué objetivo se pretende llegar. Tras ello, lo adecuado sería la generación de alternativas, las ideas que ambas partes o miembros del equipo de trabajo aportan para solucionar la situación. Más tarde, ambas partes deberían pasar a la toma de decisiones, es decir, a elegir cuál de las actuaciones propuestas lograría acercar ambas posturas en mayor medida. Y por último restaría la verificación, es decir, la comprobación de si el plan de acción empresarial propuesto ha logrado dar solución a la situación conflictiva (si no es así, se debería empezar de nuevo el proceso, o bien llevar a cabo un cambio organizacional). En la mayoría de las ocasiones, resulta recomendable la presencia de un mediador en el proceso de gestión de un conflicto, aportando una postura neutral que favorezca la negociación entre las partes implicadas. Por otro lado, en la resolución de conflictos son muy importantes unas buenas habilidades de comunicación, destacando la asertividad (forma de comunicación situada en un punto intermedio entre agresividad y pasividad, que supone decir lo que se piensa pero de forma adecuada y sin dañar al otro), y la escucha activa; ambas nos permitirán conocer a fondo la postura del otro y nos ayudarán a ser más empáticos, a ponernos en su lugar, lo que favorecerá una comunicación más efectiva y fluida en la resolución del problema. Y, por supuesto, resulta muy importante la prevención: La dirección de la empresa y el departamento de Recursos Humanos correspondiente (si lo hubiera), deben estar atentos a los diferentes focos de riesgo de que se produzca un conflicto importante, realizando las actuaciones necesarias para favorecer un clima laboral positivo.

Para concluir, si bien hay que tener en cuenta que estar en una empresa sin conflictos resulta prácticamente imposible, todo lo anterior plasma la importancia de una correcta gestión de los Recursos Humanos, tanto desde la incorporación de un trabajador (selección de personal) como una vez instaurada la organización de los diferentes procesos de trabajo (estructura organizacional). Y para los que os encontréis en una empresa problemática, espero que este post os haya ayudado a reconocer algunos focos de riesgo para que surja un conflicto y, si ya ha aparecido, os motive a resolverlo.


David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 17 de enero de 2014

¿Por qué no aprendemos inglés?


Tras unos días esforzándome por ponerme al día en mis clases sobre este fantástico idioma, he recordado la siempre utilizada frase de “el inglés tiene que aprenderse cuando eres pequeño, si no después es imposible” para justificar lo difícil que nos resulta llegar a un nivel óptimo en las diferentes destrezas lingüísticas inglesas. Y es cierto: Para llegar a ser bilingüe (en cualquier lenguaje) no hay nada mejor como empezar a practicar el idioma desde los primeros meses de vida. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Cuáles son los mecanismos cerebrales responsables de esta incapacidad (o mayor dificultad) para adquirir un nuevo idioma una vez somos adultos? ¿Es posible llegar a defenderse en un idioma no materno si se empieza a practicar a edades adultas?

-Algunos procesos cerebrales involucrados.


Para realizar un breve apunte al complejo proceso mental que supone aprender un lenguaje, habría que destacar el cada vez más popular concepto de plasticidad neuronal. Este proceso, definido como la capacidad de las neuronas para modificar sus estructuras y funciones según estímulos internos y externos, es el responsable de la adquisición de nuevos aprendizajes, entre los que puede encontrarse aprender un nuevo idioma. Esta capacidad, que nos permite entender el cerebro como un órgano plástico o moldeable, consiste en la generación de conexiones cerebrales, formando nuevas sinapsis (conexiones entre neuronas) tras una serie de complejos procesos neuroquímicos. Pues bien, desde que nacemos empezamos a conectar unas neuronas con otras, y si pensamos que el cerebro de un niño de 6 años ya ha alcanzado el 90% de su valor adulto, podemos entender lo importante que resulta en la infancia estimular la adquisición de un nuevo idioma, exponerle a él, si queremos que un niño lo aprenda (si bien es importante destacar que la maduración neuronal no ocurre al mismo tiempo en todas las áreas del cerebro). Esta plasticidad neuronal es mayor en los primeros años de vida y va disminuyendo gradualmente con la edad, lo que ha llevado a pensar que existe un “periodo crítico” para la adquisición de un nuevo lenguaje, que finaliza alrededor de la pubertad, y tras el cual comenzaría el declive en la habilidad de adquisición lingüística. Esta teoría iría ligada al concepto de especialización neuronal, ya que desde el nacimiento las neuronas van especializando sus funciones, también las lingüísticas, hasta la adolescencia. Por tanto, a medida que maduramos y la organización de nuestro cerebro va haciéndose más especializada, tiende a bajar nuestra capacidad para aprender otro idioma (si bien he de mencionar que esta teoría se encuentra bajo revisión por parte de investigadores y psicolingüistas, ya que plantea una potencialidad limitada en el aprendizaje lingüístico en los adultos). A pesar de esto, se ha de destacar que frente a la menor plasticidad lingüística y (habitualmente) mayor timidez de los adultos a la hora de practicar un nuevo idioma, un adulto ha aprendido a aprender, a “intelectualizar” su aprendizaje, lo que favorece su capacidad de concentración, motivación y niveles de esfuerzo empleados en aprender un nuevo lenguaje.

-El papel de la motivación.

Por tanto, no está todo perdido: Con esfuerzo y tenacidad, un ser humano adulto puede lograr desenvolverse en otro idioma no materno. Especialmente con el inglés, parece que los castellano-parlantes tenemos una bonita relación de amor-odio: Nos gusta apuntarnos a clases, nos suena moderno o cool, siempre es un propósito de año nuevo, viajamos a países donde se habla… Pero no lo aprendemos. Y es que con hacer los ejercicios del Workbook no es suficiente: Para aprender un idioma hacen falta grandes dosis de motivación. Llámalo ponerle empeño, corazón o ganas, pero no aprenderemos un idioma (y realmente nada valioso en la vida) si no estamos motivados a ello. Por tanto, si quieres aprender un idioma, primero pregúntate "¿Por qué quiero aprenderlo? ¿Qué me motiva a ello? ¿Es por un factor interno (me gusta ese idioma y quiero aprenderlo) o externo (lo necesito para mi trabajo o estudios)?" Y tras decidir tus respuestas, establece un plan que se ajuste de manera adecuada a la consecución del objetivo que persigas. Pero cuidado, sé realista, ya que si te propones objetivos con estándares muy elevados o prácticamente inalcanzables (como dominar un idioma en pocos meses) será muy difícil que realmente los alcances, lo que te desmotivará en tu tarea y hará que probablemente abandones el aprendizaje. Por tanto, establece unos objetivos a corto plazo y con una dificultad intermedia (por ejemplo, ir avanzando en los diferentes niveles de un idioma poco a poco) y así, con tiempo, esfuerzo y constancia podrás alcanzar un óptimo nivel en el idioma que elijas.

Finalizo este post con un vídeo muy breve que explica la importancia de la exposición al estímulo (como he citado anteriormente, un ambiente que estimule el aprendizaje de ese idioma) para el aprendizaje de una lengua. Y para todos aquellos que, como yo, estén intentando dominar la lengua de Shakespeare, mucho ánimo… WE CAN!



David Olivares Valles
@davipsico