martes, 20 de octubre de 2015

Los trastornos en la ficción II: "Siempre Alice".

Como todos los años, el pasado 21 de septiembre se conmemoró el Día Mundial del Alzheimer, demencia neurodegenerativa caracterizada por la pérdida progresiva de memoria, capacidades lingüísticas y de orientación, entre otros muchos síntomas. Las personas afectadas por esta cruel enfermedad parecen ir “desconectándose” poco a poco de la realidad, que les puede producir también cambios bruscos de la personalidad y la aparición de sintomatología asociada a las pérdidas de memoria: Conductas motoras anómalas, alteraciones de conducta, apatía, delirios, desinhibición, etc. Si la enfermedad se detecta de forma precoz, puede producir una seria crisis personal en el afectado, ante el reconocimiento de que en la última etapa de la vida se va a experimentar una pérdida de los recuerdos, aquellos que se van forjando durante toda una vida y que conforman lo que somos en el presente. Por otro lado, también puede suponer una crisis a nivel familiar, debido, por un lado, a que esta enfermedad suele acabar produciendo una dependencia casi absoluta del enfermo para con la familia (con sus consecuencias laborales y económicas), y por otro, por la dificultad de aceptar la enfermedad y los cambios que progresivamente va a producir en el familiar, lo cual puede producir asimismo problemas emocionales (soledad, sensación de sobrecarga, depresión, ansiedad, etc.), que también se han de tratar en el cuidador, trabajando en aspectos como comunicación con el enfermo, manejo de las alteraciones conductuales, relajación, evitación de la sensación de “burnout”, etc.

Podría escribir sobre los distintos aspectos del Alzheimer y la importancia de abordarlos adecuadamente, pero centrándonos en la sección del Blog que nos ocupa, voy a intentar analizar lo mejor que pueda una brillante película reciente que plasma esta problemática: “Siempre Alice” (Wash Westmoreland y Richard Glatzer, 2014), basada en la novela homónima de Lisa Genova y protagonizada por Julianne Moore, quien recibió el Óscar a Mejor Actriz precisamente por su interpretación en esta película. Alec Baldwin y Kristen Stewart completan el trío protagonista de esta triste historia, en el papel de marido e hija pequeña, respectivamente. Veamos más detalladamente los distintos aspectos a analizar en este caso.


-Argumento y trastorno presentado.

Cuando pensamos en la palabra “Alzheimer”, nos vienen a la cabeza imágenes de abuelitos, personas muy mayores que no nos reconocen ni saben dónde están. No pensamos que el Alzheimer es una enfermedad que puede empezar a afectar en edades más tempranas que la vejez tardía, como es el caso de esta película. Alice es una respetada profesora de universidad que empieza a notar que pasan cosas raras en su vida. Olvidos, despistes, pérdidas… Que empiezan a alarmarla y a hacerle plantearse la visita a un especialista.

-Síntomas: Manejo y consecuencias.



Entre los síntomas iniciales que aparecen en Alice encontramos pequeños cambios cotidianos, que empiezan a hacer evidente su deterioro cognitivo, como olvidarse de cómo hacer una receta que hacía desde hace años, meter el champú en el frigorífico, olvidar el nombre de cosas de la casa, etc., así como otros sucesos que implican también una dimensión social, como olvidarse de lo que iba a decir durante una lección en la universidad, o problemas de orientación (se pierde corriendo en un sitio muy habitual para ella). Además, en la película se puede apreciar de forma muy evidente el tipo de evolución que tiene la enfermedad. Por ejemplo, al principio tiene algunos problemas con el reconocimiento de personas que conoce poco (como la nueva novia de su hijo, a quien no recuerda haber visto previamente), si bien llega a tener problemas para reconocer a su propia hija o (al final de la película, cuando su deterioro ya es más avanzado, a su cuidadora profesional). Este deterioro progresivo también se hace evidente en las distintas evaluaciones neuropsicológicas que le realiza el neurólogo, y que también aparecen en la película: Se puede apreciar el cambio en variables como memoria verbal inmediata, memoria episódica, memoria a largo plazo, denominación de imágenes, etc.

También resulta interesante estudiar las diferentes reacciones de Alice y su familia ante el conocimiento de la enfermedad. Aunque en un primer momento intenta mantener las formas hasta tener el diagnóstico definitivo, Alice tiene una inevitable “explosión emocional” con su marido, donde estremece ver en sus ojos el miedo, la ansiedad y la incertidumbre ante su futuro. El impacto en la familia es doble: Por un lado, por la propia juventud de Alice, y por otro, porque la tipología de inicio temprano de Alzheimer que ésta padece es hereditario, y por lo tanto los hijos pueden hacerse un estudio genético para evaluar las probabilidades que tienen de desarrollarlo en el futuro. También se ha de destacar que en distintas ocasiones el papel de John, el marido, parece ser un poco frío, no terminando de asumir la sintomatología asociada a la enfermedad de su mujer, o no comunicándose con ella o su familia correctamente (como por ejemplo, durante una comida en la que la hija mayor y él hablan de la enfermedad como si Alice no estuviera presente, cuando ella aún está muy consciente a nivel cognitivo), por lo que se echa en falta en la película una intervención psicológica familiar que les explicara también cómo sobrellevar mejor todo el proceso.

-Curiosidades.

Como se observa en la película, el Alzheimer no hace distinciones. Está claro que tener una vida activa a nivel psicológico, físico y social puede ejercer de efecto preventivo, pero no en casos como el de Alice. Por ello, me resulta muy llamativo cómo la película refleja que, al ser Alice una persona joven y con un gran desarrollo intelectual, inventa técnicas que le ayudan a ella misma a manejar sus síntomas o incluso a controlar su avance, como los recordatorios del móvil, las preguntas que intenta periódicamente contestar, las palabras que intenta memorizar en la cocina, el juego con su hija, el utilizar un rotulador fluorescente para marcar lo que ya ha leído y no repetirse así en su discurso, etc.

Por otro lado, he de decir que hay escenas que resultan especialmente desgarradoras. Por ejemplo, cuando visita una residencia de ancianos y se da cuenta hasta dónde puede avanzar su enfermedad, o cuando los problemas de orientación empiezan a extenderse a espacios cotidianos (como su casa en la playa, lo que hace que finalmente no encuentre el baño y se orine encima).

Mención especial a algunas declaraciones de Alice, frases que intentan describir la crudeza de esta enfermedad desde la perspectiva de quien la sufre, tales como “es como si algo se desplomara debajo de mí”, “todo por lo que he trabajado toda mi vida está desapareciendo”, “en los días malos siento que no me encuentro a mí misma” o “a veces veo las palabras delante de mí, no logro alcanzarlas, no sé quién soy, no sé qué será lo siguiente que pierda”. Y a nivel visual, también me parecen sublimes las escenas de flashback de su propia infancia, en la playa, toda una metáfora de los recuerdos a los que esta enfermedad intenta atacar.



-Nivel de realismo.

Por todo lo anteriormente descrito, el papel de Alice, con su sintomatología y su situación familiar, era muy arriesgado y requería de un nivel dramático realmente complejo, cosa que desde mi punto de vista Julianne Moore ha superado con creces (algo que también reflejan sus números premios). “Siempre Alice” es una película que ha dado visibilidad a cosas que, hasta hace poco, parecían tener poco espacio en la ficción: Sufrir una demencia siendo una persona joven, y mostrar síntomas de la enfermedad que van más allá de los problemas de memoria, como son la desorientación, los problemas de lenguaje y otros problemas de tipo cotidiano, cosas que sólo se ven en el día a día. Asimismo, me parece brillante el discurso que pronuncia antes de que sus síntomas empeoren todavía más, poniendo al alza la importancia de preservar la dignidad y las decisiones de las personas que sufren una enfermedad. Y es que, desde mi punto de vista, Alice tiene razón; el Alzheimer todavía supone un tabú, mientras que la comprensión de los síntomas y la lucha social por otras enfermedades parece mayor. Por último, sólo decir que esas emotivas palabras de Alice me parecen una enseñanza de la vida en general. En este mundo hay una especie de progreso doloroso, añoramos lo que dejamos atrás y soñamos con lo que vendrá. Pero hay que vivir el momento; eso es lo único que las personas con Alzheimer pueden hacer.

-Tráiler.


David Olivares Valles
@davipsico

jueves, 1 de octubre de 2015

Micro-guía de Orientación Laboral III: Otros recursos.

¿Cómo va vuestra vida laboral? ¿Algún cambio en los últimos meses? Esperemos que si los ha habido, hayan sido para mejor. Bien, habiendo hablado en posts anteriores de herramientas de búsqueda de empleo más “clásicas”, en este post voy a centrarme en otros recursos que, aunque quizá no de forma directa, también te pueden ayudar a que encontrar trabajo te resulte un poquito más fácil. Para ello, vamos a desgranar el concepto de “empleabilidad”, centrándonos asimismo en métodos para mejorarla.

-¿Qué es la empleabilidad?


El concepto de empleabilidad podría definirse de forma sencilla como la probabilidad que una persona que busca empleo tiene de encontrarlo. Por supuesto, eso no es algo aleatorio; depende de múltiples factores y variables, y también del tipo de puestos que aspiras a ocupar. Una persona “empleable” es aquella cuya formación, experiencia, idiomas y/o circunstancias son favorables de cara a encontrar el trabajo que desea. Dentro de este concepto, también se ha de destacar la importancia que tienen aspectos psicológicos como la motivación, la capacidad de adaptación, habilidades, destrezas, competencias profesionales, etc. Por tanto, a mayor formación, mayor experiencia, más conocimientos de informática e idiomas y, por supuesto, a mejores herramientas y métodos de búsqueda de empleo, mayor es tu potencial y tu probabilidad de encontrarlo, y más grande es tu empleabilidad. En definitiva, estarás más adaptado a un mayor rango de puestos de trabajo.

Por otro lado, este concepto se ha de relacionar siempre con la rama profesional en la que se está buscando activamente empleo. Si, por ejemplo, buscas trabajo en una tienda de ropa, además de la formación profesional la experiencia previa en ese ámbito va a ser muy importante. Pero si, siguiendo el ejemplo, cuentas con experiencia en otro tipo de establecimientos (por ejemplo, un supermercado) quizá tu empleabilidad no sea la más adecuada o ajustada. Asimismo, la empleabilidad puede no ser la adecuada por exceso o por defecto, ya sea de experiencia o de formación; esto podría aplicarse a infinidad de profesiones con muchas ramas. Por ello, es muy importante seguir formándose siempre, aprendiendo, para saber más de otros ámbitos de tu misma carrera profesional. Y aquí entra en juego la formación continua.

-La formación continua.


En un mundo laboral tan sumamente cambiante como el actual, no podemos limitarnos a quedarnos con aquello que hemos aprendido durante los años de bachillerato, formación profesional o incluso carrera universitaria. La inestabilidad y la precariedad laboral pueden hacer que lo que ahora sabemos y utilizamos en nuestra profesión no nos sirva en otro puesto de trabajo, en el que nos requieran otros conocimientos o técnicas; de ahí la importancia de la formación continua a lo largo de la vida laboral. Actualmente, muchas empresas con una buena gestión de Recursos Humanos incluyen en su planificación anual formaciones internas para los empleados; pero si todavía estás buscando un trabajo es mejor ir formándote en distintas facetas, asistir a cursos, jornadas y congresos, aprender idiomas y certificarlos, etc. De esta forma, se amplía el abanico de ofertas a las que puedes estar bien adaptado.

-Otros recursos.

No puede negarse; otra forma muy recomendable de aumentar nuestras posibilidades de conseguir ese ansiado trabajo a día de hoy es “tirar” de contactos. Una buena gestión de contactos puede hacernos ascender en empleabilidad. Pero tampoco sirve el hacerlo de cualquier manera: Una gestión eficiente de nuestra red de contactos profesionales incluye el saber utilizarlos de forma racional, consecuente y no “aprovechada” o pesada. Pide a aquellos profesores con los que más confianza hayas establecido que te informen de aquellos cursos, másters u ofertas que te puedan interesar; intenta hablar directamente con los directores de las empresas cuando les entregues el CV; véndete bien (o, al menos, inténtalo: cómo evitar ponerte nervioso en una entrevista); crea unas tarjetas de visita profesionales y entrégalas con tu CV; cuida tu reputación on-line (es decir, qué y cómo publicas en las redes sociales), etc. En este sentido, también son muy útiles las redes sociales de carácter profesional, tipo LinkedIn, ya que aumentan tu visibilidad entre los círculos profesionales relacionados con tu formación y experiencia, e incluso incluyen ofertas laborales.

Ya hemos hablado de cómo la formación te abre muchos caminos, pero en el increíblemente complicado mercado laboral actual, a veces la experiencia resulta imprescindible (todos nos hemos encontrado con la típica oferta en la que se busca a una persona joven, pero con mil años de experiencia…). Por eso, a veces es necesario encontrar un camino “no laboral” para ir ganándola. En ese sentido, en determinados tipos de profesiones el voluntariado puede ser una opción muy interesante para ir ganando esa experiencia que la crisis no nos permite ganar con una relación de tipo laboral. Pero cuidado: Si ejerces de voluntario tienes que tener muy claro cuáles son tus derechos y obligaciones como voluntario. Si eres voluntario, significa que participas en esa entidad o asociación de forma altruista, no remunerada, y sin exigir una relación laboral posterior. No se ha de confundir la experiencia que ganas con el objetivo de un voluntariado.

Todo consejo parece poco para la delicada situación en la que muchos de los potenciales trabajadores de esta sociedad se encuentran, y además, es imposible aplicarlos todos. Pero sé constante, persiste y no te rindas, incluso cuando se te cierre alguna puerta. Porque cuando se cierra una puerta… Bueno, ya sabes. ¡Hasta la próxima!


David Olivares Valles
@davipsico