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jueves, 1 de octubre de 2015

Micro-guía de Orientación Laboral III: Otros recursos.

¿Cómo va vuestra vida laboral? ¿Algún cambio en los últimos meses? Esperemos que si los ha habido, hayan sido para mejor. Bien, habiendo hablado en posts anteriores de herramientas de búsqueda de empleo más “clásicas”, en este post voy a centrarme en otros recursos que, aunque quizá no de forma directa, también te pueden ayudar a que encontrar trabajo te resulte un poquito más fácil. Para ello, vamos a desgranar el concepto de “empleabilidad”, centrándonos asimismo en métodos para mejorarla.

-¿Qué es la empleabilidad?


El concepto de empleabilidad podría definirse de forma sencilla como la probabilidad que una persona que busca empleo tiene de encontrarlo. Por supuesto, eso no es algo aleatorio; depende de múltiples factores y variables, y también del tipo de puestos que aspiras a ocupar. Una persona “empleable” es aquella cuya formación, experiencia, idiomas y/o circunstancias son favorables de cara a encontrar el trabajo que desea. Dentro de este concepto, también se ha de destacar la importancia que tienen aspectos psicológicos como la motivación, la capacidad de adaptación, habilidades, destrezas, competencias profesionales, etc. Por tanto, a mayor formación, mayor experiencia, más conocimientos de informática e idiomas y, por supuesto, a mejores herramientas y métodos de búsqueda de empleo, mayor es tu potencial y tu probabilidad de encontrarlo, y más grande es tu empleabilidad. En definitiva, estarás más adaptado a un mayor rango de puestos de trabajo.

Por otro lado, este concepto se ha de relacionar siempre con la rama profesional en la que se está buscando activamente empleo. Si, por ejemplo, buscas trabajo en una tienda de ropa, además de la formación profesional la experiencia previa en ese ámbito va a ser muy importante. Pero si, siguiendo el ejemplo, cuentas con experiencia en otro tipo de establecimientos (por ejemplo, un supermercado) quizá tu empleabilidad no sea la más adecuada o ajustada. Asimismo, la empleabilidad puede no ser la adecuada por exceso o por defecto, ya sea de experiencia o de formación; esto podría aplicarse a infinidad de profesiones con muchas ramas. Por ello, es muy importante seguir formándose siempre, aprendiendo, para saber más de otros ámbitos de tu misma carrera profesional. Y aquí entra en juego la formación continua.

-La formación continua.


En un mundo laboral tan sumamente cambiante como el actual, no podemos limitarnos a quedarnos con aquello que hemos aprendido durante los años de bachillerato, formación profesional o incluso carrera universitaria. La inestabilidad y la precariedad laboral pueden hacer que lo que ahora sabemos y utilizamos en nuestra profesión no nos sirva en otro puesto de trabajo, en el que nos requieran otros conocimientos o técnicas; de ahí la importancia de la formación continua a lo largo de la vida laboral. Actualmente, muchas empresas con una buena gestión de Recursos Humanos incluyen en su planificación anual formaciones internas para los empleados; pero si todavía estás buscando un trabajo es mejor ir formándote en distintas facetas, asistir a cursos, jornadas y congresos, aprender idiomas y certificarlos, etc. De esta forma, se amplía el abanico de ofertas a las que puedes estar bien adaptado.

-Otros recursos.

No puede negarse; otra forma muy recomendable de aumentar nuestras posibilidades de conseguir ese ansiado trabajo a día de hoy es “tirar” de contactos. Una buena gestión de contactos puede hacernos ascender en empleabilidad. Pero tampoco sirve el hacerlo de cualquier manera: Una gestión eficiente de nuestra red de contactos profesionales incluye el saber utilizarlos de forma racional, consecuente y no “aprovechada” o pesada. Pide a aquellos profesores con los que más confianza hayas establecido que te informen de aquellos cursos, másters u ofertas que te puedan interesar; intenta hablar directamente con los directores de las empresas cuando les entregues el CV; véndete bien (o, al menos, inténtalo: cómo evitar ponerte nervioso en una entrevista); crea unas tarjetas de visita profesionales y entrégalas con tu CV; cuida tu reputación on-line (es decir, qué y cómo publicas en las redes sociales), etc. En este sentido, también son muy útiles las redes sociales de carácter profesional, tipo LinkedIn, ya que aumentan tu visibilidad entre los círculos profesionales relacionados con tu formación y experiencia, e incluso incluyen ofertas laborales.

Ya hemos hablado de cómo la formación te abre muchos caminos, pero en el increíblemente complicado mercado laboral actual, a veces la experiencia resulta imprescindible (todos nos hemos encontrado con la típica oferta en la que se busca a una persona joven, pero con mil años de experiencia…). Por eso, a veces es necesario encontrar un camino “no laboral” para ir ganándola. En ese sentido, en determinados tipos de profesiones el voluntariado puede ser una opción muy interesante para ir ganando esa experiencia que la crisis no nos permite ganar con una relación de tipo laboral. Pero cuidado: Si ejerces de voluntario tienes que tener muy claro cuáles son tus derechos y obligaciones como voluntario. Si eres voluntario, significa que participas en esa entidad o asociación de forma altruista, no remunerada, y sin exigir una relación laboral posterior. No se ha de confundir la experiencia que ganas con el objetivo de un voluntariado.

Todo consejo parece poco para la delicada situación en la que muchos de los potenciales trabajadores de esta sociedad se encuentran, y además, es imposible aplicarlos todos. Pero sé constante, persiste y no te rindas, incluso cuando se te cierre alguna puerta. Porque cuando se cierra una puerta… Bueno, ya sabes. ¡Hasta la próxima!


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 23 de junio de 2015

En busca de la felicidad II: Evita el estrés.



Ya hemos reflexionado en anteriores posts sobre qué es la felicidad y sobre cómo manejar ideas y pensamientos irracionales. Hoy seguimos este particular camino en la búsqueda por ser un poco más felices con unos breves consejos para combatir uno de los problemas más extendidos entre las sociedades occidentales: El estrés.

-¿Qué es el estrés?

Existen diversos modelos explicativos del fenómeno del estrés, dependiendo del tipo de variables que se tengan en cuenta. A un nivel más sencillo, el estrés se podría definir como la ansiedad y activación psicofisiológica (sudoración, tensión muscular, subida del pulso cardiaco, etc.), que experimentamos cuando percibimos que nuestras demandas (por ejemplo, cosas por hacer) exceden o superan el tiempo que tenemos para realizarlas (es decir, necesitaríamos más tiempo para llevarlas a cabo de una manera efectiva). Esto puede producirse no sólo en el ámbito laboral, sino también en el doméstico-familiar (por ejemplo, no encontrar tiempo para compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos y de la casa) e incluso el social (por ejemplo, cuando nos agobia la sensación de no poder estar un determinado tiempo con nuestra pareja, familiares o amigos, por tener que atender a otras tareas). Como resulta obvio, el estrés puede afectar muy negativamente al estado de ánimo de la persona que lo sufre, y en determinadas profesiones puede llegar a cronificarse, influyendo en una percepción muy negativa del puesto de trabajo y de la propia calidad de vida laboral, social y personal.

-Pautas sencillas que pueden marcar la diferencia.


Está claro que, por unos motivos u otros, todos vamos a estar expuestos a cierto nivel de estrés en algún momento de nuestras vidas; es lo que lleva implícito vivir en esta loca sociedad acelerada, informatizada y adicta al trabajo. Sin embargo, si intentamos seguir unas reglas muy básicas (ya lo verás; tampoco te voy a descubrir el universo) y tratamos que se mantengan estables en el tiempo, pueden llegar a hacer que pases de una sensación de estrés permanente por tener muchas cosas por hacer, a una sensación de estar motivado por lo que haces y sentirte activo, vivo y realizado.

Prioriza.

Muchas veces llenamos nuestras agendas con cosas importantes, pero otras simplemente escribimos “tonterías” que, en realidad, pueden hacerse en otro momento, y no justo en el día en el que tienes cientos de cosas más importantes por delante. Ya sea por días, semanas, meses, o como quiera que te organices, piensa en qué es lo urgente, qué es lo importante y qué puede esperar. Hay mucho tiempo para hacer muchas cosas.

Organízate, pero no te obsesiones.

Ser organizado e intentar que no se nos olvide nada es importante, por supuesto. Pero trata de no dedicar demasiado tiempo en organizarte; si te fijas, muchas veces dedicamos más tiempo a organizar nuestras tareas que con algunas de las tareas en sí. Si intentas tener una organización perfecta puede que hayas “perdido” una gran cantidad de tiempo, lo que te puede generar más estrés al tener menos tiempo para lo que realmente tenías que hacer. Y aquí entramos en un círculo del que te puede costar salir, o incluso tener problemas en casa o en tu trabajo.

Céntrate en el presente.

Si estás escribiendo un informe, escribe un informe. Si estás conduciendo, conduce y evita estar dándole vueltas a otras cosas. El estrés hace que muchas veces nos enfrentemos a los quehaceres diarios al mismo tiempo que en nuestra cabeza estamos pensando en las cosas que tenemos por delante o en lo mal que hemos realizado tareas pasadas. Es difícil, cuesta, pero intenta estar en el aquí y ahora. Vivir el presente es una de las claves de la felicidad. Y además, tus informes estarán mejor redactados, o llegarás a todas partes a tiempo sin ningún problema.

Sé realista.

Si, por ejemplo, sólo vas a disponer de 3 horas libres una tarde, no pienses que en esas 3 horas vas a poder hacer todo aquello para lo que necesitarías una semana entera. Si además lo intentas, te llevarás un buen golpe al darte cuenta de que no has podido hacerlo, pudiendo incluso interpretarlo como que eres un desastre o vago. No lo eres; sólo has sido iluso. Si sólo vas a poder hacer una cosa, haz esa cosa, y concéntrate en ella (recuerda lo de centrarte en el presente).

Pide ayuda.

El ser humano es un ser social. Vivimos rodeados de personas a las que podemos ayudar y pedir ayuda. Si algo excede tus posibilidades, conocimientos o, simplemente, tu tiempo, pide ayuda. Olvídate del “yo y sólo yo”.

Tómate tiempo para ti mismo.

Piensa que para poder hacer todo y llegar a todo, debes estar bien tú. Si no reservas ratos cada día y cada semana para ti mismo, no estarás en óptimas condiciones para afrontar todos los retos y tareas que tienes por delante. Es obvio que siempre se tiene que ayudar a amigos y familiares, o que se tiene que obedecer a lo que te impone tu  jefe; pero no pretendas agradar a todos en todos los momentos o servir siempre a los demás. Tu tiempo, tus aficiones y tu bienestar también son importantes.

Cuídate.

En relación con el punto anterior, para evitar el estrés es muy importante cuidarse a nivel físico: Hacer ejercicio, cuidar nuestra alimentación, y tener un estilo de vida general activo y saludable. Relájate haciendo actividades que te resulten agradables. Si cuidas tu físico, tu mente y tus relaciones sociales, tendrás un “colchón” perfecto en el que aliviar tu estrés y tus tensiones de la vida diaria.

En definitiva, hay que esforzarse por hacer las cosas bien, por supuesto, pero hay que interiorizar que no somos superhéroes capaces de hacer mil cosas bien de forma perfecta en poco tiempo. Aplica la norma del término medio: Sé activo, pero no te agobies. Intenta utilizar estos sencillos consejos en tu vida cotidiana y recuerda que, como dice este gran himno anti-estrés, cuando te preocupas por un problema, lo haces doble. Hasta pronto.


David Olivares Valles
@davipsico

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Navidad y juguetes: El valor de las cosas.

Como Christmas Lover que me considero, esta vez toca analizar las tan ansiadas fiestas navideñas desde mi visión crítica de psicólogo. Y sí, aunque no lo parezca, hay muchos puntos navideños donde podríamos analizar profundamente el comportamiento humano: Las compras compulsivas y desenfrenadas, los trastornos de la conducta alimentaria transitorios (véase “comer en 2 semanas la cantidad de 2 meses”), la complejidad de esas relaciones familiares tensas, etc. Sin embargo, en esta ocasión me quedo con un elemento típicamente asociado a la Navidad y a los niños: Los juguetes. Los regalos de Papá Noel y Reyes. Podréis pensar, ¿por qué? ¿Hay algo de malo en ellos? ¿Puede provocarle a mi hijo un trauma descubrir que en realidad Baltasar era su primo del pueblo disfrazado? No van por ahí los tiros. Lo que quiero analizar es la importancia que tienen para el desarrollo de un niño los juguetes que le regalamos, las emociones que estos (y la Navidad en general) le transmiten, y cómo manejar de forma racional y efectiva todo lo que rodea a los regalos navideños.

-Esa ilusión infantil

"Traviesa, buena... ¡Deja de juzgarme!"

La Navidad puede ser una época perfecta para gestionar de forma correcta una serie de emociones y valores asociados a esos días, trabajando así un poco en la Inteligencia Emocional de nuestros hijos/familiares: El respeto, la convivencia, la ilusión por las cosas, la formación de expectativas, el desarrollo de un buen comportamiento, etc. En relación a este último elemento, en Navidad suele incumplirse una norma básica presente durante el resto del año: “Si te portas mal, no tendrás premio”. Aunque el niño se haya portado mal, tendrá su regalo, su recompensa. No seré yo quien diga que un niño “travieso” no tenga que recibir regalos por Navidad (quizá sería algo un poco cruel en nuestra sociedad), pero los padres deben de tener claro que la falta de una respuesta coherente ante un mal comportamiento puede tener consecuencias, como un peor seguimiento de las normas de casa en un futuro. Por tanto, aunque parezca algo difícil de llevar a cabo, cuando hay problemas de comportamiento debería haber (si no una restricción de regalos navideños) sí un control racional, de manera que el niño perciba la señal de que algo debe de cambiar. Por otro lado, estas fechas son perfectas para inculcar a los niños el valor de la solidaridad, mediante acciones directas y observables por ellos mismos en las que además puedan participar (asistencia a mercadillos benéficos, donaciones, colaboraciones con asociaciones, etc.). Si la solidaridad se va forjando en su personalidad desde pequeños, será un valor que seguirá muy arraigado en etapas adultas.

-Cantidad, calidad y valor sentimental.

"Tetris" de regalos navideños.

Llega la Navidad y las puertas de los colegios se llenan de catálogos de juguetes, los escaparates son absolutamente irresistibles para un niño, y la tan ansiada carta a los Reyes se tiene que empezar a escribir. Y entonces, parece que muchos niños “piden por pedir”, es decir, catálogo en mano se ponen a pedir a diestro y siniestro, casi sin tener en cuenta si de verdad les gusta lo que anotan y piensan jugar con eso o es que sólo les llama la atención el anuncio de la tele. ¿Y qué suele ocurrir después? Pues que los padres regalan todo lo que el niño ha pedido, con la buena intención de no defraudarle. Sin embargo, creo que es más correcto inculcarle desde un principio que pida menos cosas, pero que éstas sean realmente relevantes, significativas e importantes para él o ella. Una vez seleccionados los ítems verdaderamente deseados, los padres sí que deberían intentar conseguir ese juguete (algo no tan fácil en estas fechas, dado que los juguetes “estrella” suelen agotarse en días). Si lo deseado es un objeto realmente caro o difícil de conseguir, lo correcto sería no cubrir al niño con muchísimos más juguetes (por aquello de que “es que se porta muy bien…”), ya que si no finalmente el tan ansiado objeto puede perder todo ese valor que tenía. Si unimos esto a lo analizado en el apartado anterior (además de lo más deseado, regalar muchas cosas, y habiéndose portado mal al mismo tiempo) tendremos como resultado que ni valorará sus juguetes, ni mejorará su comportamiento. De esta forma, con los años el trastero de casa se nos llenará de muchos juguetes (en algunos casos puede que sin estrenar siquiera) y además en la próxima Navidad el niño volverá a pedir montones de cosas, pues le habremos dado el mensaje de que importa más la cantidad que la calidad. Éste es uno de los motivos por el que estas fiestas se han vuelto tan increíblemente materialistas.

-Regalos navideños, ¿un arma de doble filo?

Cambiando los cuadernos por tablets.

Los niños son niños. Sí, parece una afirmación muy obvia, pero en Navidad a veces se olvida. Nos empeñamos en regalar a los niños trastos de adultos, cosas que no pertenecen al importantísimo ciclo vital que están viviendo. Lo más correcto es siempre regalar juguetes infantiles que estén más o menos adaptados al nivel cognitivo del niño (los padres y madres no tienen que estudiarlo mucho, ya que en caso de juguetes de edades tempranas ahora suele haber mucha información en las propias cajas). En caso de los más pequeños será beneficioso para su desarrollo regalar juguetes que potencien la coordinación psicomotora o traten algunos valores educativos (matemáticas, lenguaje, inglés, etc.), mientras que en otras etapas más avanzadas también es bueno regalar juguetes que sean deseados simplemente porque permiten divertirse y desconectar del "cole" (aunque los padres deberían controlar siempre un uso racional del mismo). Personalmente, no me gusta nada la moda actual de regalar tecnología punta a niños muy pequeños. Los juguetes son para los niños. Las tablets, para los adultos. Regalemos juguetes; si quieren tecnología, que sea una videoconsola (tema del que ya se ha hablado en el Blog), pero no un móvil último modelo. Si les regalamos este tipo de cosas, podemos volver a caer en lo mismo: La pérdida absoluta de su valoración (otro trasto más), además de que están malgastando aparatos caros que en realidad tienen otras finalidades. Y peor todavía, estaremos creando potenciales adictos a las nuevas tecnologías desde que son muy pequeños.

Vale, lo reconozco. Son unas fiestas materialistas al 100%. Sí, Papá Noel era originalmente verde hasta que llegó Coca-Cola. Las empresas se frotan las manos este mes. Pero, ¿no tienen también una parte positiva? Da igual que tipo de persona seas, que tipo de familia tengas, que seas o no creyente (estas fiestas han alcanzado ya un nivel, llamémoslo “supra-religioso”), algunos de los valores que transmite la Navidad me parecen muy importantes. Y los papás y mamás deben de intentar manejar estas fechas de la forma más efectiva posible. Al fin y al cabo… Cualquier cosa puede tener el valor que nosotros le demos.

"¡UN PALOOOOOO!"

Finalizo con un vídeo de un anuncio reciente en el que (si bien se anuncia en realidad un producto nada recomendable para un niño pequeño, y se muestra también esa parte más materialista de la Navidad) se plasma muy bien la ilusión que un niño/niña puede tener estos días por algo que a simple vista parece tan sencillo como un juguete. FELIZ NAVIDAD.


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 3 de junio de 2014

Videojuegos: De la afición a la adicción (II).

Tal y como comenté en mi anterior post, es el momento de analizar los videojuegos desde su perspectiva más positiva, contando con la colaboración de MK Geek. Espero que os guste nuestro post conjunto, ¡habrán más en el futuro!


El Marketing aporta una visión positiva a los videojuegos, los hacen más atractivos (de lo que ya son). La combinación de ambos hace que el cliente se sienta más atraído por este tipo de ocio. Existen herramientas como el Crowdfunding que combinan estos dos mundos para potenciarlos como herramientas de negocio.

El mundo de los videojuegos es un mundo en expansión. Gracias al efecto de la globalización (que lancen los juegos en todas las partes del mundo a la vez) este crecimiento se ha visto incrementado. Esto se puede comprobar por la mayor existencia de tiendas de videojuegos, foros con esta temática, web especializadas o tiendas online (que las propias consolas incluyen); es por eso que los juegos ya no solo sirven para jugar. Como ejemplo de todo esto nos vienen a la cabeza algunos títulos de Nintendo, como Wii Fit, Just Dance, Wii Sport o Brain Training, lo que ha dado lugar incluso a una nueva categoría de videojuegos, los llamados “juegos sociales”.


A día de hoy que tu vida sean los videojuegos no implica una adicción, si no que puede ser tu “modo de vida”. Aparte de lo que hemos comentado sobre el crecimiento del mundo del videojuego, existen otras salidas profesionales relacionadas, como los E-sports (personas que se dedican a los videojuegos de forma profesional). Ser un Gamer no implica estar aislado. El mundo del videojuego o Frikimundo puede ser la forma perfecta de conocer gente. Se pueden entablar relaciones con otras personas gracias a los juegos on-line, ferias o quedadas, o simplemente pasando tiempo con los amigos disfrutando de un buen juego multiplayer.


Psicológicamente, los videojuegos incluso podrían ser una buena forma de entrenar algunos de los procesos cognitivos más básicos como la atención mantenida o selectiva, el tiempo de reacción o favorecer la coordinación.

Opiniones:

-davipsico: En definitiva, los videojuegos pueden tener un potencial increíble, ya sea como herramienta de ocio, como forma de negocio o como un medio para desarrollarse socialmente. Utilizados “con cabeza”, pueden ayudar a que el tiempo libre de adolescentes (y no tan adolescentes) sea más divertido e interesante. Con los videojuegos, al igual que con muchas otras cosas de la vida, el secreto puede estar en el término medio.

-MK Geek: Los videojuegos son el futuro, no lo digo porque sea gran fan de estos (que también), sino que a día de hoy tienen muchas aplicaciones útiles en muchos campos, el ejemplo más interesante que se me ocurre es el de la Gamificación, en la que las compañías aplican métodos relacionados con los videojuegos en el ámbito empresarial, como sistemas de logros o puntuaciones, para incrementar ventas, mejorar las relaciones internas o impedir que los trabajadores caigan en la rutina.  ¡Y además molan! :D El día que dejen de gustarme, por favor… matarme.

David Olivares Valles
@davipsico

Cristian Coello Cantero
@icolol

martes, 20 de mayo de 2014

Videojuegos: De la afición a la adicción (I).


Desde hace muchísimos años, los videojuegos han sido un acompañante más de nuestra infancia, adolescencia y (cada vez más) de nuestra etapa adulta, convirtiéndose en un hobby que permite desconectar del estrés de la vida diaria y divertirnos, sin necesidad de salir de casa. Sin embargo, llevada al extremo, la práctica de videojuegos puede convertirse en toda una adicción tecnológica, algo que ahora se ha vuelto potencialmente más peligroso con la aparición de nuevas herramientas portátiles (tablets, teléfonos inteligentes, etc.), en las que además de otro tipo de aplicaciones, también hay videojuegos.

-Poder adictivo de las nuevas tecnologías.

El potencial adictivo de los videojuegos reside en múltiples causas. Por un lado, su fácil acceso: ¿Quién no ha tenido una videoconsola en casa o ha jugado en alguna ocasión con alguna? Cualquier persona puede acercarse a una tienda de videojuegos y adquirir este tipo de productos de ocio, no hay absolutamente nada de malo en ello, los problemas vienen del abuso de estas tecnologías. Otro factor importante es que la mayoría de los videojuegos no requieren esfuerzo físico (aunque sí mental, pudiendo mejorar algunas funciones cognitivas en la infancia y adolescencia), por lo tanto lo único que requieren es encenderlos y pasar horas y horas delante del televisor, dejándose de realizar otras actividades más productivas académicamente o más saludables. Además, los videojuegos están diseñados a modo de “reto” que hay que superar, lo que obliga a invertir gran cantidad de tiempo en ellos, produciéndose esa sensación de “adicción”, de no poder parar de jugar hasta que no se consiguen las metas deseadas. Y en cuanto a la infancia, el uso de videoconsolas, ordenadores y tablets se está generalizando en los últimos años entre los niños, convirtiéndose en un sustituto de los modos de educación y juegos tradicionales, lo que está motivado en parte por la menor necesidad de implicación de los padres en estos juegos. Por ello, muchos niños crecen tomando los ordenadores y videojuegos como una herramienta habitual y de uso muy frecuente en sus vidas.

-Adolescentes y videojuegos.


La adolescencia es una etapa vital en la que las adicciones tecnológicas pueden ser especialmente peligrosas. Una familia en la que uno de sus miembros esté completamente “enganchado” a los videojuegos puede ver reducida su comunicación, lo que dificulta enormemente la buena convivencia y un clima familiar positivo. Además, los adolescentes que invierten casi todo su tiempo libre en videojuegos pueden llegar a aislarse de su grupo social, lo que podría influir en una mayor dificultad de integración e identificación con sus compañeros de clase o amigos. En estas edades, los videojuegos pueden también convertirse en una forma de desconectar de los problemas, evitando así la resolución efectiva de los mismos o la realización de otras actividades de “distensión” más saludables (como la práctica de deporte), lo cual conecta con otro gran problema del abuso de videojuegos: El sedentarismo, que podrían derivar en otros problemas de salud más importantes.

Sin embargo, no todo es negativo: En un término aceptable, los videojuegos pueden ser un pasatiempo realmente divertido e interesante, y a nivel profesional pueden incluso convertirse en un modo de vida. De todo ello os hablaré en otra próxima publicación, ya que con este post comienza la colaboración con el Blog de mi gran amigo MK Geek, en la cual analizaremos (desde el punto de vista de la Psicología y del Marketing) el enorme potencial que tienen los videojuegos. Además, próximamente publicaremos otros posts conjuntos sobre temas muy interesantes en los que ambas disciplinas se complementan. Hasta entonces, os dejo con el link de un vídeo muy breve sobre algunas recomendaciones para evitar llegar a niveles adictivos en el uso de videojuegos y nuevas tecnologías en niños y adolescentes.

David Olivares Valles
@davipsico