Desde hace muchísimos años, los videojuegos han sido un
acompañante más de nuestra infancia, adolescencia y (cada vez más) de nuestra
etapa adulta, convirtiéndose en un hobby que
permite desconectar del estrés de la vida diaria y divertirnos, sin necesidad de salir de casa. Sin embargo,
llevada al extremo, la práctica de videojuegos puede convertirse en toda una adicción tecnológica, algo que ahora se
ha vuelto potencialmente más peligroso con la aparición de nuevas herramientas portátiles
(tablets, teléfonos inteligentes,
etc.), en las que además de otro tipo de aplicaciones, también hay videojuegos.
-Poder adictivo de las nuevas tecnologías.
El potencial adictivo de los videojuegos reside en múltiples
causas. Por un lado, su fácil acceso: ¿Quién no ha tenido una videoconsola en
casa o ha jugado en alguna ocasión con alguna? Cualquier persona puede
acercarse a una tienda de videojuegos y adquirir este tipo de productos de
ocio, no hay absolutamente nada de malo en ello, los problemas vienen del abuso
de estas tecnologías. Otro factor importante es que la mayoría de los
videojuegos no requieren esfuerzo físico (aunque sí mental, pudiendo mejorar
algunas funciones cognitivas en la infancia y adolescencia), por lo tanto lo
único que requieren es encenderlos y pasar horas y horas delante del televisor,
dejándose de realizar otras actividades más productivas académicamente o más
saludables. Además, los videojuegos están diseñados a modo de “reto” que hay
que superar, lo que obliga a invertir gran cantidad de tiempo en ellos,
produciéndose esa sensación de “adicción”, de no poder parar de jugar hasta que
no se consiguen las metas deseadas. Y en cuanto a la infancia, el uso de
videoconsolas, ordenadores y tablets
se está generalizando en los últimos años entre los niños, convirtiéndose en un
sustituto de los modos de educación y juegos tradicionales, lo que está motivado
en parte por la menor necesidad de implicación de los padres en estos juegos.
Por ello, muchos niños crecen tomando los ordenadores y videojuegos como una
herramienta habitual y de uso muy frecuente en sus vidas.
-Adolescentes y videojuegos.
La adolescencia es una etapa vital en la que las adicciones
tecnológicas pueden ser especialmente peligrosas. Una familia en la que uno de
sus miembros esté completamente “enganchado” a los videojuegos puede ver
reducida su comunicación, lo que dificulta enormemente la buena convivencia y
un clima familiar positivo. Además, los adolescentes que invierten casi todo su
tiempo libre en videojuegos pueden llegar a aislarse de su grupo social, lo que
podría influir en una mayor dificultad de integración e identificación con sus
compañeros de clase o amigos. En estas edades, los videojuegos pueden también
convertirse en una forma de desconectar de los problemas, evitando así la
resolución efectiva de los mismos o la realización de otras actividades de
“distensión” más saludables (como la práctica de deporte), lo cual conecta con
otro gran problema del abuso de videojuegos: El sedentarismo, que podrían
derivar en otros problemas de salud más importantes.
Sin embargo, no todo es negativo: En un término aceptable,
los videojuegos pueden ser un pasatiempo realmente divertido e interesante, y a
nivel profesional pueden incluso convertirse en un modo de vida. De todo ello
os hablaré en otra próxima publicación, ya que con este post comienza la
colaboración con el Blog de mi gran amigo MK Geek, en la cual analizaremos
(desde el punto de vista de la Psicología y del Marketing) el enorme potencial
que tienen los videojuegos. Además, próximamente publicaremos otros posts conjuntos
sobre temas muy interesantes en los que ambas disciplinas se complementan. Hasta
entonces, os dejo con el link de un vídeo muy breve sobre algunas recomendaciones para
evitar llegar a niveles adictivos en el uso de videojuegos y nuevas tecnologías
en niños y adolescentes.
David Olivares Valles
@davipsico
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