martes, 20 de octubre de 2015

Los trastornos en la ficción II: "Siempre Alice".

Como todos los años, el pasado 21 de septiembre se conmemoró el Día Mundial del Alzheimer, demencia neurodegenerativa caracterizada por la pérdida progresiva de memoria, capacidades lingüísticas y de orientación, entre otros muchos síntomas. Las personas afectadas por esta cruel enfermedad parecen ir “desconectándose” poco a poco de la realidad, que les puede producir también cambios bruscos de la personalidad y la aparición de sintomatología asociada a las pérdidas de memoria: Conductas motoras anómalas, alteraciones de conducta, apatía, delirios, desinhibición, etc. Si la enfermedad se detecta de forma precoz, puede producir una seria crisis personal en el afectado, ante el reconocimiento de que en la última etapa de la vida se va a experimentar una pérdida de los recuerdos, aquellos que se van forjando durante toda una vida y que conforman lo que somos en el presente. Por otro lado, también puede suponer una crisis a nivel familiar, debido, por un lado, a que esta enfermedad suele acabar produciendo una dependencia casi absoluta del enfermo para con la familia (con sus consecuencias laborales y económicas), y por otro, por la dificultad de aceptar la enfermedad y los cambios que progresivamente va a producir en el familiar, lo cual puede producir asimismo problemas emocionales (soledad, sensación de sobrecarga, depresión, ansiedad, etc.), que también se han de tratar en el cuidador, trabajando en aspectos como comunicación con el enfermo, manejo de las alteraciones conductuales, relajación, evitación de la sensación de “burnout”, etc.

Podría escribir sobre los distintos aspectos del Alzheimer y la importancia de abordarlos adecuadamente, pero centrándonos en la sección del Blog que nos ocupa, voy a intentar analizar lo mejor que pueda una brillante película reciente que plasma esta problemática: “Siempre Alice” (Wash Westmoreland y Richard Glatzer, 2014), basada en la novela homónima de Lisa Genova y protagonizada por Julianne Moore, quien recibió el Óscar a Mejor Actriz precisamente por su interpretación en esta película. Alec Baldwin y Kristen Stewart completan el trío protagonista de esta triste historia, en el papel de marido e hija pequeña, respectivamente. Veamos más detalladamente los distintos aspectos a analizar en este caso.


-Argumento y trastorno presentado.

Cuando pensamos en la palabra “Alzheimer”, nos vienen a la cabeza imágenes de abuelitos, personas muy mayores que no nos reconocen ni saben dónde están. No pensamos que el Alzheimer es una enfermedad que puede empezar a afectar en edades más tempranas que la vejez tardía, como es el caso de esta película. Alice es una respetada profesora de universidad que empieza a notar que pasan cosas raras en su vida. Olvidos, despistes, pérdidas… Que empiezan a alarmarla y a hacerle plantearse la visita a un especialista.

-Síntomas: Manejo y consecuencias.



Entre los síntomas iniciales que aparecen en Alice encontramos pequeños cambios cotidianos, que empiezan a hacer evidente su deterioro cognitivo, como olvidarse de cómo hacer una receta que hacía desde hace años, meter el champú en el frigorífico, olvidar el nombre de cosas de la casa, etc., así como otros sucesos que implican también una dimensión social, como olvidarse de lo que iba a decir durante una lección en la universidad, o problemas de orientación (se pierde corriendo en un sitio muy habitual para ella). Además, en la película se puede apreciar de forma muy evidente el tipo de evolución que tiene la enfermedad. Por ejemplo, al principio tiene algunos problemas con el reconocimiento de personas que conoce poco (como la nueva novia de su hijo, a quien no recuerda haber visto previamente), si bien llega a tener problemas para reconocer a su propia hija o (al final de la película, cuando su deterioro ya es más avanzado, a su cuidadora profesional). Este deterioro progresivo también se hace evidente en las distintas evaluaciones neuropsicológicas que le realiza el neurólogo, y que también aparecen en la película: Se puede apreciar el cambio en variables como memoria verbal inmediata, memoria episódica, memoria a largo plazo, denominación de imágenes, etc.

También resulta interesante estudiar las diferentes reacciones de Alice y su familia ante el conocimiento de la enfermedad. Aunque en un primer momento intenta mantener las formas hasta tener el diagnóstico definitivo, Alice tiene una inevitable “explosión emocional” con su marido, donde estremece ver en sus ojos el miedo, la ansiedad y la incertidumbre ante su futuro. El impacto en la familia es doble: Por un lado, por la propia juventud de Alice, y por otro, porque la tipología de inicio temprano de Alzheimer que ésta padece es hereditario, y por lo tanto los hijos pueden hacerse un estudio genético para evaluar las probabilidades que tienen de desarrollarlo en el futuro. También se ha de destacar que en distintas ocasiones el papel de John, el marido, parece ser un poco frío, no terminando de asumir la sintomatología asociada a la enfermedad de su mujer, o no comunicándose con ella o su familia correctamente (como por ejemplo, durante una comida en la que la hija mayor y él hablan de la enfermedad como si Alice no estuviera presente, cuando ella aún está muy consciente a nivel cognitivo), por lo que se echa en falta en la película una intervención psicológica familiar que les explicara también cómo sobrellevar mejor todo el proceso.

-Curiosidades.

Como se observa en la película, el Alzheimer no hace distinciones. Está claro que tener una vida activa a nivel psicológico, físico y social puede ejercer de efecto preventivo, pero no en casos como el de Alice. Por ello, me resulta muy llamativo cómo la película refleja que, al ser Alice una persona joven y con un gran desarrollo intelectual, inventa técnicas que le ayudan a ella misma a manejar sus síntomas o incluso a controlar su avance, como los recordatorios del móvil, las preguntas que intenta periódicamente contestar, las palabras que intenta memorizar en la cocina, el juego con su hija, el utilizar un rotulador fluorescente para marcar lo que ya ha leído y no repetirse así en su discurso, etc.

Por otro lado, he de decir que hay escenas que resultan especialmente desgarradoras. Por ejemplo, cuando visita una residencia de ancianos y se da cuenta hasta dónde puede avanzar su enfermedad, o cuando los problemas de orientación empiezan a extenderse a espacios cotidianos (como su casa en la playa, lo que hace que finalmente no encuentre el baño y se orine encima).

Mención especial a algunas declaraciones de Alice, frases que intentan describir la crudeza de esta enfermedad desde la perspectiva de quien la sufre, tales como “es como si algo se desplomara debajo de mí”, “todo por lo que he trabajado toda mi vida está desapareciendo”, “en los días malos siento que no me encuentro a mí misma” o “a veces veo las palabras delante de mí, no logro alcanzarlas, no sé quién soy, no sé qué será lo siguiente que pierda”. Y a nivel visual, también me parecen sublimes las escenas de flashback de su propia infancia, en la playa, toda una metáfora de los recuerdos a los que esta enfermedad intenta atacar.



-Nivel de realismo.

Por todo lo anteriormente descrito, el papel de Alice, con su sintomatología y su situación familiar, era muy arriesgado y requería de un nivel dramático realmente complejo, cosa que desde mi punto de vista Julianne Moore ha superado con creces (algo que también reflejan sus números premios). “Siempre Alice” es una película que ha dado visibilidad a cosas que, hasta hace poco, parecían tener poco espacio en la ficción: Sufrir una demencia siendo una persona joven, y mostrar síntomas de la enfermedad que van más allá de los problemas de memoria, como son la desorientación, los problemas de lenguaje y otros problemas de tipo cotidiano, cosas que sólo se ven en el día a día. Asimismo, me parece brillante el discurso que pronuncia antes de que sus síntomas empeoren todavía más, poniendo al alza la importancia de preservar la dignidad y las decisiones de las personas que sufren una enfermedad. Y es que, desde mi punto de vista, Alice tiene razón; el Alzheimer todavía supone un tabú, mientras que la comprensión de los síntomas y la lucha social por otras enfermedades parece mayor. Por último, sólo decir que esas emotivas palabras de Alice me parecen una enseñanza de la vida en general. En este mundo hay una especie de progreso doloroso, añoramos lo que dejamos atrás y soñamos con lo que vendrá. Pero hay que vivir el momento; eso es lo único que las personas con Alzheimer pueden hacer.

-Tráiler.


David Olivares Valles
@davipsico

jueves, 1 de octubre de 2015

Micro-guía de Orientación Laboral III: Otros recursos.

¿Cómo va vuestra vida laboral? ¿Algún cambio en los últimos meses? Esperemos que si los ha habido, hayan sido para mejor. Bien, habiendo hablado en posts anteriores de herramientas de búsqueda de empleo más “clásicas”, en este post voy a centrarme en otros recursos que, aunque quizá no de forma directa, también te pueden ayudar a que encontrar trabajo te resulte un poquito más fácil. Para ello, vamos a desgranar el concepto de “empleabilidad”, centrándonos asimismo en métodos para mejorarla.

-¿Qué es la empleabilidad?


El concepto de empleabilidad podría definirse de forma sencilla como la probabilidad que una persona que busca empleo tiene de encontrarlo. Por supuesto, eso no es algo aleatorio; depende de múltiples factores y variables, y también del tipo de puestos que aspiras a ocupar. Una persona “empleable” es aquella cuya formación, experiencia, idiomas y/o circunstancias son favorables de cara a encontrar el trabajo que desea. Dentro de este concepto, también se ha de destacar la importancia que tienen aspectos psicológicos como la motivación, la capacidad de adaptación, habilidades, destrezas, competencias profesionales, etc. Por tanto, a mayor formación, mayor experiencia, más conocimientos de informática e idiomas y, por supuesto, a mejores herramientas y métodos de búsqueda de empleo, mayor es tu potencial y tu probabilidad de encontrarlo, y más grande es tu empleabilidad. En definitiva, estarás más adaptado a un mayor rango de puestos de trabajo.

Por otro lado, este concepto se ha de relacionar siempre con la rama profesional en la que se está buscando activamente empleo. Si, por ejemplo, buscas trabajo en una tienda de ropa, además de la formación profesional la experiencia previa en ese ámbito va a ser muy importante. Pero si, siguiendo el ejemplo, cuentas con experiencia en otro tipo de establecimientos (por ejemplo, un supermercado) quizá tu empleabilidad no sea la más adecuada o ajustada. Asimismo, la empleabilidad puede no ser la adecuada por exceso o por defecto, ya sea de experiencia o de formación; esto podría aplicarse a infinidad de profesiones con muchas ramas. Por ello, es muy importante seguir formándose siempre, aprendiendo, para saber más de otros ámbitos de tu misma carrera profesional. Y aquí entra en juego la formación continua.

-La formación continua.


En un mundo laboral tan sumamente cambiante como el actual, no podemos limitarnos a quedarnos con aquello que hemos aprendido durante los años de bachillerato, formación profesional o incluso carrera universitaria. La inestabilidad y la precariedad laboral pueden hacer que lo que ahora sabemos y utilizamos en nuestra profesión no nos sirva en otro puesto de trabajo, en el que nos requieran otros conocimientos o técnicas; de ahí la importancia de la formación continua a lo largo de la vida laboral. Actualmente, muchas empresas con una buena gestión de Recursos Humanos incluyen en su planificación anual formaciones internas para los empleados; pero si todavía estás buscando un trabajo es mejor ir formándote en distintas facetas, asistir a cursos, jornadas y congresos, aprender idiomas y certificarlos, etc. De esta forma, se amplía el abanico de ofertas a las que puedes estar bien adaptado.

-Otros recursos.

No puede negarse; otra forma muy recomendable de aumentar nuestras posibilidades de conseguir ese ansiado trabajo a día de hoy es “tirar” de contactos. Una buena gestión de contactos puede hacernos ascender en empleabilidad. Pero tampoco sirve el hacerlo de cualquier manera: Una gestión eficiente de nuestra red de contactos profesionales incluye el saber utilizarlos de forma racional, consecuente y no “aprovechada” o pesada. Pide a aquellos profesores con los que más confianza hayas establecido que te informen de aquellos cursos, másters u ofertas que te puedan interesar; intenta hablar directamente con los directores de las empresas cuando les entregues el CV; véndete bien (o, al menos, inténtalo: cómo evitar ponerte nervioso en una entrevista); crea unas tarjetas de visita profesionales y entrégalas con tu CV; cuida tu reputación on-line (es decir, qué y cómo publicas en las redes sociales), etc. En este sentido, también son muy útiles las redes sociales de carácter profesional, tipo LinkedIn, ya que aumentan tu visibilidad entre los círculos profesionales relacionados con tu formación y experiencia, e incluso incluyen ofertas laborales.

Ya hemos hablado de cómo la formación te abre muchos caminos, pero en el increíblemente complicado mercado laboral actual, a veces la experiencia resulta imprescindible (todos nos hemos encontrado con la típica oferta en la que se busca a una persona joven, pero con mil años de experiencia…). Por eso, a veces es necesario encontrar un camino “no laboral” para ir ganándola. En ese sentido, en determinados tipos de profesiones el voluntariado puede ser una opción muy interesante para ir ganando esa experiencia que la crisis no nos permite ganar con una relación de tipo laboral. Pero cuidado: Si ejerces de voluntario tienes que tener muy claro cuáles son tus derechos y obligaciones como voluntario. Si eres voluntario, significa que participas en esa entidad o asociación de forma altruista, no remunerada, y sin exigir una relación laboral posterior. No se ha de confundir la experiencia que ganas con el objetivo de un voluntariado.

Todo consejo parece poco para la delicada situación en la que muchos de los potenciales trabajadores de esta sociedad se encuentran, y además, es imposible aplicarlos todos. Pero sé constante, persiste y no te rindas, incluso cuando se te cierre alguna puerta. Porque cuando se cierra una puerta… Bueno, ya sabes. ¡Hasta la próxima!


David Olivares Valles
@davipsico

miércoles, 12 de agosto de 2015

Los trastornos en la ficción I: "El lado bueno de las cosas".

He aquí el inicio de una de las secciones en la que llevo queriendo trabajar meses. Como amante de las buenas películas y seguidor de muchas series, desde antes de empezar la carrera siempre me ha resultado curioso e interesante cómo los trastornos mentales se representan en las películas, series y libros, y hasta qué punto es, digamos “fiable” la versión que muestran de los diferentes problemas psicológicos. Resulta obvio que cada persona es un mundo, y que nunca dos pacientes con un mismo trastorno se van a comportar exactamente igual, además de que las circunstancias y variables que los rodean son siempre distintas. Sin embargo, tanto la definición de un trastorno como los síntomas y comportamientos que el afectado muestre sí pueden ajustarse de forma más o menos realista a lo que un clínico podría encontrarse en la práctica real.

No se me ocurre mejor ejemplo para comenzar esta sección que el de una película que la casualidad ha querido que vuelva a ver recientemente, y que personalmente adoro: La película de 2012 “El Lado Bueno De Las Cosas”. Dirigida por David O. Russell y protagonizada por la oscarizada Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, nos muestra el caso de una extraña relación entre dos personajes que han sufrido diversos problemas y que están intentando salir del “bache” de sus vidas.


Para cada caso de ficción analizado en esta sección seguiré siempre el mismo esquema (que podréis ver a continuación), y aunque hable del argumento evitando al máximo posible la aparición de “spoilers” sobre el final, recomiendo ver cada película o caso analizado antes de leer el post.

-Argumento y trastorno presentado.

La película comienza cuando Pat (Bradley Cooper) abandona una clínica en la que estaba interno tras un “incidente” con el amante de su mujer. El protagonista, clínicamente diagnosticado como Bipolar, dice haber tenido un “brote” de violencia, el único brote que ha sufrido, pero que está dispuesto a recomponer su vida para recuperar también la relación con su mujer. Por el camino, tropezará con Tiffany (Jennifer Lawrence), quien no ha afrontado la muerte de su marido de una manera adaptativa, padeciendo desde entonces una extraña adicción al sexo. Basándose en la ayuda mutua que se proporcionan, e intentando conseguir un objetivo común, los protagonistas se enfrascan en una extraña pero interesante relación marcada por sus problemas y por sus no siempre beneficiosas relaciones familiares.

-Síntomas: Manejo y consecuencias.


Durante toda la película, se muestran determinadas situaciones que evidencian la crudeza del trastorno sufrido por los protagonistas: Ideas y conductas delirantes (por ejemplo, una de las primeras escenas, en las que Pat tira un libro por la ventana a altas horas de la madrugada, porque el final no se ajusta a su nueva “filosofía de vida”), falsas creencias (el protagonista piensa que la relación con su mujer sigue estable), lenguaje verborreico y repetitivo, que demuestra además con una evidente falta de habilidades sociales (como por ejemplo, la escena en la que conoce a Tiffany) e incluso cierta impulsividad, agitación, euforia y agresividad; todos estos síntomas posiblemente acentuados por la negativa de Pat a complementar su terapia con la medicación. Por su parte, Tiffany parece evidenciar ciertos rasgos de corte depresivo, si bien su trastorno resulta más complejo de conceptualizar: Anhelo y conducta sexual desenfrenados, egocentrismo, tendencia a la mentira, etc. Por otro lado, resulta interesante analizar el tipo de relación que Pat tiene con su terapeuta (quién, en determinado momento de la película pasa de terapeuta a amigo de la familia), y lo ético o no de sus métodos. Por ejemplo, poner en la sala de espera la canción de la boda de Pat, para esperar su reacción, (algo que supongo a muchos terapeutas les parecería impensable, si bien es cierto que no hay nada como la exposición en vivo para afrontar problemas de ansiedad). También me resulta muy interesante cómo la película trata lo que podríamos considerar como “activación conductual”, mostrando que participar en una actividad social y/o deportiva, compartiendo esfuerzos y objetivos comunes en grupo puede ayudar a afrontar los síntomas de un trastorno; en este caso, la actividad consiste en participar en un concurso de baile.

-Curiosidades.


Un tanto a favor de cómo esta película muestra los problemas psicológicos es que plasma muy bien la propia influencia de la familia en el desarrollo y mantenimiento de un trastorno a nivel de las variables que acompañan a la situación familiar, además de que el padre de Pat (majestuosamente interpretado por Robert De Niro) parece padecer un importante (y no diagnosticado) trastorno obsesivo-compulsivo. Resulta curioso cómo Pat, internado unos meses en un centro psiquiátrico, parece saber más sobre lo que le ocurre a su padre que él mismo. Por otro lado, me parece fascinante la escena en la que Tiffany y Pat hablan de sus respectivas medicaciones y de los efectos que éstas producen; se trata de un “filtreo” en toda regla, pero con un tema de conversación poco convencional. Con esto, queda un poquito demostrado que, al fin y al cabo, las personas que sufren un trastorno mental son iguales que los demás, con sus necesidades, alegrías y penas; sólo que con algo que, poco a poco, tienen que resolver.

-Nivel de realismo.

El mostrar de una manera tan rápida tantos síntomas, y desde mi punto de vista, con ese acertado nivel de realismo, es algo poco convencional y da un matiz “raro” a la película que hace que sea única. Si nos pusiéramos muy críticos, quizá el final “hollywoodesco” que tiene, y el extraño papel que de repente tiene el terapeuta, “estropean” una gran película sobre las vidas de las personas que sufren un problema psicológico; muchas más de las que normalmente se piensa. Y, desde el punto de vista positivista, resulta encantadora la filosofía de vida que Pat ha aprendido y ha hecho suya: Al final, si eres constante, vas a seguir adelante, vas a ver que todo lo malo pasa y vas a aprender a disfrutar del lado bueno de las cosas. ¡Excelsior!

-Tráiler.


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 23 de junio de 2015

En busca de la felicidad II: Evita el estrés.



Ya hemos reflexionado en anteriores posts sobre qué es la felicidad y sobre cómo manejar ideas y pensamientos irracionales. Hoy seguimos este particular camino en la búsqueda por ser un poco más felices con unos breves consejos para combatir uno de los problemas más extendidos entre las sociedades occidentales: El estrés.

-¿Qué es el estrés?

Existen diversos modelos explicativos del fenómeno del estrés, dependiendo del tipo de variables que se tengan en cuenta. A un nivel más sencillo, el estrés se podría definir como la ansiedad y activación psicofisiológica (sudoración, tensión muscular, subida del pulso cardiaco, etc.), que experimentamos cuando percibimos que nuestras demandas (por ejemplo, cosas por hacer) exceden o superan el tiempo que tenemos para realizarlas (es decir, necesitaríamos más tiempo para llevarlas a cabo de una manera efectiva). Esto puede producirse no sólo en el ámbito laboral, sino también en el doméstico-familiar (por ejemplo, no encontrar tiempo para compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos y de la casa) e incluso el social (por ejemplo, cuando nos agobia la sensación de no poder estar un determinado tiempo con nuestra pareja, familiares o amigos, por tener que atender a otras tareas). Como resulta obvio, el estrés puede afectar muy negativamente al estado de ánimo de la persona que lo sufre, y en determinadas profesiones puede llegar a cronificarse, influyendo en una percepción muy negativa del puesto de trabajo y de la propia calidad de vida laboral, social y personal.

-Pautas sencillas que pueden marcar la diferencia.


Está claro que, por unos motivos u otros, todos vamos a estar expuestos a cierto nivel de estrés en algún momento de nuestras vidas; es lo que lleva implícito vivir en esta loca sociedad acelerada, informatizada y adicta al trabajo. Sin embargo, si intentamos seguir unas reglas muy básicas (ya lo verás; tampoco te voy a descubrir el universo) y tratamos que se mantengan estables en el tiempo, pueden llegar a hacer que pases de una sensación de estrés permanente por tener muchas cosas por hacer, a una sensación de estar motivado por lo que haces y sentirte activo, vivo y realizado.

Prioriza.

Muchas veces llenamos nuestras agendas con cosas importantes, pero otras simplemente escribimos “tonterías” que, en realidad, pueden hacerse en otro momento, y no justo en el día en el que tienes cientos de cosas más importantes por delante. Ya sea por días, semanas, meses, o como quiera que te organices, piensa en qué es lo urgente, qué es lo importante y qué puede esperar. Hay mucho tiempo para hacer muchas cosas.

Organízate, pero no te obsesiones.

Ser organizado e intentar que no se nos olvide nada es importante, por supuesto. Pero trata de no dedicar demasiado tiempo en organizarte; si te fijas, muchas veces dedicamos más tiempo a organizar nuestras tareas que con algunas de las tareas en sí. Si intentas tener una organización perfecta puede que hayas “perdido” una gran cantidad de tiempo, lo que te puede generar más estrés al tener menos tiempo para lo que realmente tenías que hacer. Y aquí entramos en un círculo del que te puede costar salir, o incluso tener problemas en casa o en tu trabajo.

Céntrate en el presente.

Si estás escribiendo un informe, escribe un informe. Si estás conduciendo, conduce y evita estar dándole vueltas a otras cosas. El estrés hace que muchas veces nos enfrentemos a los quehaceres diarios al mismo tiempo que en nuestra cabeza estamos pensando en las cosas que tenemos por delante o en lo mal que hemos realizado tareas pasadas. Es difícil, cuesta, pero intenta estar en el aquí y ahora. Vivir el presente es una de las claves de la felicidad. Y además, tus informes estarán mejor redactados, o llegarás a todas partes a tiempo sin ningún problema.

Sé realista.

Si, por ejemplo, sólo vas a disponer de 3 horas libres una tarde, no pienses que en esas 3 horas vas a poder hacer todo aquello para lo que necesitarías una semana entera. Si además lo intentas, te llevarás un buen golpe al darte cuenta de que no has podido hacerlo, pudiendo incluso interpretarlo como que eres un desastre o vago. No lo eres; sólo has sido iluso. Si sólo vas a poder hacer una cosa, haz esa cosa, y concéntrate en ella (recuerda lo de centrarte en el presente).

Pide ayuda.

El ser humano es un ser social. Vivimos rodeados de personas a las que podemos ayudar y pedir ayuda. Si algo excede tus posibilidades, conocimientos o, simplemente, tu tiempo, pide ayuda. Olvídate del “yo y sólo yo”.

Tómate tiempo para ti mismo.

Piensa que para poder hacer todo y llegar a todo, debes estar bien tú. Si no reservas ratos cada día y cada semana para ti mismo, no estarás en óptimas condiciones para afrontar todos los retos y tareas que tienes por delante. Es obvio que siempre se tiene que ayudar a amigos y familiares, o que se tiene que obedecer a lo que te impone tu  jefe; pero no pretendas agradar a todos en todos los momentos o servir siempre a los demás. Tu tiempo, tus aficiones y tu bienestar también son importantes.

Cuídate.

En relación con el punto anterior, para evitar el estrés es muy importante cuidarse a nivel físico: Hacer ejercicio, cuidar nuestra alimentación, y tener un estilo de vida general activo y saludable. Relájate haciendo actividades que te resulten agradables. Si cuidas tu físico, tu mente y tus relaciones sociales, tendrás un “colchón” perfecto en el que aliviar tu estrés y tus tensiones de la vida diaria.

En definitiva, hay que esforzarse por hacer las cosas bien, por supuesto, pero hay que interiorizar que no somos superhéroes capaces de hacer mil cosas bien de forma perfecta en poco tiempo. Aplica la norma del término medio: Sé activo, pero no te agobies. Intenta utilizar estos sencillos consejos en tu vida cotidiana y recuerda que, como dice este gran himno anti-estrés, cuando te preocupas por un problema, lo haces doble. Hasta pronto.


David Olivares Valles
@davipsico

martes, 9 de junio de 2015

Micro-guía de Orientación Laboral II: Los primeros pasos.



Seguimos con algunas de las pautas básicas para encontrar un empleo. Ya hemos afrontado la realidad, asumido las dificultades, establecido un objetivo y preparado un buen CV. Pero, por supuesto, debemos tener más herramientas y recursos de apoyo para aumentar nuestras posibilidades de conseguir ese ansiado trabajo. Por ejemplo, podemos preparar una carta de presentación, y entrenarnos para afrontar de forma correcta una entrevista de trabajo. En la presente entrada vamos a centrarnos en estos dos puntos de la búsqueda de empleo.

-¿Qué es una Carta de Presentación? Pautas básicas.

Una carta de presentación es un documento que complementa al currículum, y cuyo objetivo es que el mismo destaque entre el “montón” de currículos que (muy probablemente) el responsable de Recursos Humanos ya disponga encima de la mesa. En una carta de presentación bien redactada deben quedar bien claro el tipo de trabajo que estás buscando, cuáles son tus aptitudes de cara a ocupar eficazmente ese puesto, por qué estás motivado para entrar a trabajar en esa empresa, qué puede aportarle tu enfoque personal, y cómo se adapta tu formación y experiencia al puesto de trabajo. En definitiva, podría resumirse en que es un documento breve en el que explicas a la empresa por qué debe contratarte, y por qué eres su mejor opción.

Tal y como indica el portal de empleo PrimerEmpleo.com, se pueden crear diferentes tipos de cartas de presentación, dependiendo de si estás enviando tu currículum a una oferta de trabajo o si, por el contrario, quieres entregarlo de forma “espontánea” a una empresa. Sin embargo, sus pautas de redacción son similares y sencillas. Organiza la carta en diversos párrafos, empezando por tu nombre y datos de contacto. Empieza el texto dirigiéndote a quién la va a leer (por ejemplo, “A la atención de…”). Después, véndete de forma realista: Cuál es tu formación académica y extra-curricular (cursos de especialización, idiomas, etc.) y tu experiencia, ya sea laboral, de prácticas o de voluntariado, pero todo ello de forma breve. Dedica el siguiente párrafo a explicar por qué estás interesado en trabajar en esa empresa (por ejemplo, porque quieres desarrollar una carrera en ese ámbito, porque es una de las más importantes del sector, etc.), y finaliza con una despedida en la que quede clara tu disposición a explicar tu CV de forma completa en una entrevista personal. Si bien escribir este tipo de cartas parece algo trivial, una buena carta de presentación puede “ascender” un CV hasta los primeros puestos, por tanto dedícale el tiempo necesario hasta que resulte atractiva. Puedes ver ejemplos de cartas de presentación aquí.

-Relájate: Es sólo una entrevista.


Con unas buenas herramientas de búsqueda de empleo (y un poco de suerte), puede que llegue el momento en el que tengamos que afrontar una entrevista de trabajo. Y este es uno de los momentos más críticos en la búsqueda de empleo. Las entrevistas de trabajo suelen generar nerviosismo y ansiedad, debido a que mentalmente interpretamos que nuestro futuro depende del resultado de la misma, y en gran medida es cierto. Sin embargo, si aprendemos a relajarnos, con toda probabilidad nos irá mejor; además hay que considerar que en muchos procesos de selección la primera entrevista tiene como objetivo conocer a los candidatos, realizando así una criba previa a una segunda entrevista más formal.

En primer lugar, relativiza: No va a pasar nada si una entrevista no sale al 100% como nosotros esperamos. De hecho, el estrés que produce puede hacernos incluso tener una percepción subjetiva más negativa de lo que ha sido, es decir, puede que pensemos que ha ido fatal porque estábamos nerviosos, pero en realidad el entrevistador se haya quedado con un buen “sabor de boca” (piensa que ellos ya cuentan con que la mayoría de los entrevistados van a estar nerviosos). Por todo ello es muy importante relajarse previamente y estar en unas buenas condiciones psicofisiológicas previas (haber dormido bien, llegar a la entrevista sin prisas, ir con ropa cómoda, etc.). Además, también es muy importante estar preparados para afrontar la frustración: Una entrevista de trabajo no va a derivar necesariamente en un puesto. Con la gran inestabilidad actual, debemos ser conscientes de que la cantidad de personas que buscan empleo es enorme, y que conseguir ese trabajo ya no depende del todo de nosotros.

-Afrontar las preguntas difíciles.


Una de las claves para superar exitosamente una entrevista de trabajo es prepararla concienzudamente. Y cuando digo prepararla me refiero a prepararla bien, desde el momento en el que se entra al despacho del entrevistador hasta la despedida. Si ya te has enfrentado a varias entrevistas probablemente te hayas dado cuenta de que has ido mejorando en su ejecución, porque vas corrigiendo los errores que has cometido en las previas. Si la preparas bien, puedes anticiparte a esos errores.

Además de preguntarte por tu formación, experiencia, puntos fuertes y débiles, etc. (preguntas cuya respuesta debes haber preparado bien previamente, por supuesto) puede que el entrevistador te realice preguntas por competencias, es decir, para ver cómo actuarías ante determinadas situaciones. El enfoque de los Recursos Humanos por competencias resulta muy interesante, ya que permite al entrevistador hacerse una idea de cómo es un potencial trabajador sin que éste posea una gran experiencia. Por ejemplo, si optas a un puesto en el que es necesario utilizar un determinado programa informático muy complejo, puede que te pregunten cómo afrontarías un problema en ese programa o cómo intentarías resolverlo. Si ante este tipo de cuestiones te quedas en blanco o no respondes adecuadamente, aumentas tus posibilidades de no pasar a la siguiente fase del proceso de selección. Por eso es también imprescindible preparar bien nuestras respuestas a preguntas como “¿Cuál es tu mayor defecto?” “¿Qué es lo que cambiarías de ti?”, etc. En estos casos, huye de respuestas estereotipadas (dentro de lo posible) e incluye siempre una coletilla “positiva” al final. Por ejemplo: “En ocasiones tengo problemas con las nuevas tecnologías, pero he realizado varios cursos últimamente y estoy mejorando mucho en ese tema”.

Infórmate sobre la empresa, visualízate en la entrevista, ensáyala con un amigo o familiar (aunque te resulte cómico), practica la respiración profunda, relájate… Si afrontas la entrevista de una forma activa y positiva, sin duda habrás mejorado tu “empleabilidad” y estarás más cerca de conseguir lo que deseas. Y, como consejo personal, sé tú mismo y sé sincero. Está claro que hay que venderse bien, pero ten confianza en ti mismo y no intentes ser quién no eres; se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Y como el humor siempre viene bien para relajar tensiones, os dejo con un sketch ya muy típico sobre las entrevistas de trabajo. Porque, ¿qué cosas no tienes que hacer bajo ningún concepto en una entrevista?


David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 8 de mayo de 2015

Los monstruos del espejo.



Haciendo una parada en las mini-secciones recientemente estrenadas en este Blog, hoy dedico esta publicación a un tema sobre el que llevo meses queriendo escribir. Como ya dije nada más abrir mi página de Facebook, me topé con una serie de Blogs y páginas web que hacían apología de la Anorexia y la Bulimia, a través de una petición popular para cerrarlas. Y es que a nivel de medios de comunicación, parece que ya no se habla tanto de dichos trastornos, pareciendo incluso que sean un tema “pasado de moda”. Sé que sobre esto ya se han escrito muchísimas cosas durante años, pero me parece importante hacer un pequeño resumen en este punto para todos aquellos que no conozcan las características básicas de estos problemas.

-La influencia de los medios de comunicación.

Sin apenas darnos cuenta, estamos constantemente bombardeados por un sinfín de anuncios, programas, imágenes y productos que nos presentan a modelos de cuerpos esculturales y atractivos. De hecho, si nos fijamos, en ocasiones se condiciona ese ideal de belleza con la felicidad, creando así la idea errónea de que sólo seremos felices (igual de “felices” que esos modelos) si nuestro cuerpo también es así. Si a esto le sumamos que muchos de esos productos están diseñados y enfocados al público joven y/o adolescente, puede empezar a formarse una peligrosa cadena de pensamientos que lleven a un joven a obsesionarse por su físico.

Resulta obvio que un cuidado de nuestro aspecto y de nuestra salud es siempre importante, que la participación en actividades deportivas es beneficioso para los adolescentes (donde también cumple una importante función de interacción social extracurricular) y que la opinión que los demás tienen de nuestra personalidad y de nuestro físico es, si cabe, más importante en esta etapa que en cualquier otra de nuestro desarrollo evolutivo. Sin embargo, padres y educadores deben prestar mucha atención a algunos signos de alarma que podrían indicar la existencia de un trastorno de la conducta alimentaria.

-Dónde está la línea: Qué son la anorexia y la bulimia.


La anorexia nerviosa y la bulimia son, en resumen, trastornos de la conducta alimentaria caracterizados por un hambre auto-inducido y una excesiva pérdida de peso (anorexia), y por la aparición de atracones de comida seguidos de purgas u otras conductas dirigidas a compensar los efectos de ese atracón (bulimia), pudiendo existir en estos trastornos una alteración de la propia percepción corporal. Esto último implica que las personas con este tipo de problemas se siguen percibiendo como “gordas” en el espejo, a pesar de que su delgadez resulta extrema y evidente para el resto. Todo ello va acompañado también por un miedo excesivo e irracional a ganar peso y por otros síntomas patológicos como ansiedad, sensación de soledad y aislamiento, depresión, etc. Si quieres ampliar el estudio sobre estos trastornos, puedes consultar todos los criterios diagnósticos del DSM IV-TR para estos trastornos aquí, e incluso saber qué cambios se han producido en el DSM V aquí.

Por tanto, se pueden establecer unas señales de alarma básicas para detectar cuanto antes la presencia de algún problema relacionado con la comida o con la conducta alimentaria: Pérdida de peso excesiva y rápida, negativa repetida a comer una cantidad lógica de comida, obsesión por las calorías de  los alimentos, eliminación o desaparición de las comidas entre horas (por ejemplo, tirar repetidamente a la basura el bocadillo del almuerzo en el instituto), disminución en la asistencia a reuniones sociales por miedo a que se fijen en el físico, actividad física excesiva, obsesión por la belleza y la perfección, etc. Como en otros problemas, detectar cuanto antes algunos factores de riesgo y trabajar en ellos va a ayudar a que no se desencadene un problema mayor que pueda afectar seriamente a la salud física y psicológica de un joven o adolescente.

-Tratamiento.

En el caso de la anorexia, resulta casi obvio que el primer objetivo médico con un paciente debe ser el restablecimiento del peso hasta unos niveles clínicos saludables, tras lo cual debe haber un trabajo psicológico importante en aquellas variables que han influido en el mantenimiento del problema, tratando también de evitar las recaídas. Se ha de destacar que, si bien las terapias de ingreso hospitalario de corte conductual basadas en refuerzos/castigos dependiendo del aumento o no de peso pueden ser eficaces a nivel físico, una adecuada Reestructuración Cognitiva (de la que también se ha hablado ya en este Blog) parece esencial para cambiar toda una serie de actitudes y creencias con respecto a la figura, el cuerpo y la comida. También se ha de señalar que un trabajo multidisciplinar y un buen apoyo familiar son fundamentales para una buena recuperación. En este interesante vídeo quedan resumidas algunas de las áreas en las que se debe intervenir con estos pacientes:


En el caso de la bulimia, el rango de tratamientos es más amplio, pasando desde terapias de corte cognitivo-conductual a terapias sistémicas, farmacológicas, exposición con prevención de respuesta, etc., para trabajar en los múltiples (y complejos) factores implicados. Para aquellos compañeros psicólogos (o que aspiren a serlo) os enlazo aquí a un interesante artículo de la revista de divulgación científica “Psicothema” donde podéis estudiar cuáles son los tratamientos bien establecidos, probablemente eficaces y en fase experimental, para trabajar en consulta estos trastornos de la conducta alimentaria.

En definitiva, la anorexia y la bulimia siguen siendo un problema actual, que se puede prevenir, detectar y tratar eficazmente, y en el que los medios de comunicación y los ideales de moda y de belleza tienen mucho que decir. En mi opinión, desde edades tempranas, familias y educadores deberíamos ser capaces de introducir como un factor más de nuestra personalidad la capacidad de querernos a nosotros mismos, de mejorar nuestra autoestima, de aceptarnos y de (cuidando nuestro físico y nuestra salud) ser felices con nuestro propio cuerpo. 



David Olivares Valles
@davipsico

viernes, 20 de marzo de 2015

En busca de la felicidad I: ¿Somos felices?



Continuando con la dinámica de los últimos posts publicados en este Blog, hoy empieza esta nueva sección. El título ya nos da una pista, y no se trata de un objetivo precisamente fácil: Conseguir ser feliz puede resultar una tarea tan ardua y difusa como definir el propio concepto de felicidad. Además, resulta obvio que en el ser o no felices influyen miles de factores, y que las cosas que provocan la felicidad a unos, quizá les son indiferente a otros. No pretendo que leyendo los posts de esta temática seáis de repente “super-felices”, es imposible, ni daros unas claves que cambien por completo vuestras vidas; pero sí espero daros algunos consejos para que, desde una perspectiva positiva, los apliquéis en vuestras rutinas, actitudes y pensamientos, obteniendo así una versión mejorada de vosotros mismos. Comencemos por el principio; aproximémonos brevemente a la felicidad.

-¿Se podría definir qué es la felicidad?

Es una de esas grandes preguntas a las que, desde siempre, la humanidad intenta dar respuesta. Desde mi punto de vista, se podría definir como un estado mental en el que las preocupaciones, y los pensamientos y emociones negativas no están presentes en nuestra conciencia, encontrándonos tranquilos y relajados con nosotros mismos y con la vida. Sin embargo, más que intentar definir un concepto tan sumamente abstracto, me interesa más hablar de algunas de sus características.

-Características y factores involucrados en la felicidad.

La felicidad parece ser cíclica, es decir, no es un estado duradero, estable o inestable en el tiempo. Es obvio que está asociada al contexto y a los acontecimientos vitales que nos ocurren, por lo que dependiendo de si estos nos son favorables o desfavorables, podremos definirnos como felices o no. Además, a lo largo del desarrollo del ser humano éste se ve afectado por toda una serie de cambios bio-psico-sociales (paso de la niñez a la adolescencia, de la adolescencia a la juventud adulta, de ésta a la madurez, y después a la vejez) que también afectan a nuestras preocupaciones y estados mentales, así como que la aparición de alguna afectación, enfermedad o trastorno puede influir de forma importante en que nuestra felicidad disminuya. Por otro lado, nuestra actitud ante la vida y la forma en la que afrontamos los problemas también va a influir en nuestra felicidad. No se trata de ser siempre “rocas”, capaces de luchar con todo y contra todo (de hecho, aceptar nuestras emociones y desahogarnos en ciertas situaciones puede aliviar nuestro estrés) pero sí que es cierto que una actitud positiva y optimista (a veces, muy difícil de conseguir) va a ser mejor aliado de la felicidad que la resignación.

Por otro lado, el ser humano debe luchar contra las injusticias e intentar hacer de este planeta un lugar mejor, por descontado. Sin embargo, en nuestra vida diaria y en nuestros pensamientos dedicamos gran cantidad de tiempo a cosas que ya no podemos cambiar o en las que no tenemos ninguna capacidad de influencia, como por ejemplo, problemas de nuestro pasado. Dedica ese tiempo a tu felicidad presente y a cosas que te afecten a tí, a los que te rodean y a la sociedad. Olvídate de las cosas en las que ya no puedes influir.

-¿Soy feliz?


En este punto, sería bueno realizar un poco de reflexión personal, cosa poco habitual en nuestra ajetreada vida actual. Hazte una pregunta muy sencilla: ¿eres feliz? Piénsalo. ¿Qué te dices a ti mismo cuando te lo planteas? Si no estás muy seguro de la respuesta, ¿qué deberías cambiar de tu vida para tener una respuesta más convincente? Como siempre digo, márcate un objetivo, trabaja en él y, por el camino, encontrarás la felicidad.

-Otras consideraciones sobre la felicidad.

Otra forma muy realista de ver la felicidad es como la suma de buenos momentos que van ocurriendo a lo largo de nuestra vida, y que son los que realmente nos provocan esa sensación endorfínica de felicidad. Si bien la vida en sociedad hace que muchos de estos momentos sean casi siempre los mismos para todos (nacimiento de seres queridos, acontecimientos, primeras ocasiones de cosas importantes, etc.) cada uno puede tener y atesorar sus propios “momentos de felicidad” que, vistos en perspectiva, siempre ganarán a esos momentos tristes o épocas más difíciles u oscuras de nuestra vida.

En definitiva, si la felicidad es cíclica, y la vida es circular, no te preocupes si ahora no te consideras al 100% feliz. Seguro que lo has sido y lo volverás a ser en algún momento de tu vida. Irónicamente, esa misma aceptación de que no siempre podemos ser felices y de que la vida es dura pero se debe luchar, nos va a proporcionar tranquilidad ante los problemas y, por qué no, felicidad. Rizando el rizo, piénsalo desde una perspectiva, llamémosla “espiritual”: Si el ser humano es un átomo diminuto en la inmensidad del universo, ¿merece la pena sufrir por problemas que en realidad tienen fácil solución o no tienen importancia? Vive la vida, céntrate en el presente e intenta ser feliz.

Bueno, dejemos las reflexiones sobre la felicidad por ahora. En próximos posts de este apartado continuaremos nuestra particular búsqueda de la felicidad centrándonos en algunos consejos para combatir dos problemas que, por desgracia, son muy frecuentes en nuestra estresante vida moderna: La ansiedad y la depresión. Para rematar estas reflexiones, una canción que espero os inyecte la misma dosis de positividad y buen rollo como lo hace conmigo; este post no podía acabar de otra manera. Porque la felicidad depende de ti.


David Olivares Valles
@davipsico